sábado, 31 de marzo de 2012

"24 de Marzo de 1976, nunca más": La presidencia de Mª Estela Martínez de Perón y el Golpe de Estado


Tras la muerte del líder peronista, su esposa y vicepresidenta “Isabel” Perón asumió la jefatura del Estado argentino. Su gobierno llegó cargado de incertidumbres, mientras que el Pacto Social colapsaba y seguían aumentando la conflictividad social y la violencia política. Isabel Perón no contribuyó a moderar las tendencias, todo lo contrario, dio libertad de acción a la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), organización represiva creada desde el Estado por el ministro de Bienestar Social y principal asesor, José López Rega, “El Brujo”. La Triple A se lanzó a cometer asesinatos políticos y persiguió a intelectuales, artistas, periodistas y sindicalistas. Según el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), la Triple A fue responsable de 19 asesinatos en 1973, 50 en 1974 y 359 en 1975.
Con la muerte de Perón, el sindicalismo arremetió contra el Pacto Social y su autor, el ministro de Economía Gelbard, fue desplazado. Gelbard había intentado nacionalizar el comercio exterior, regular las inversiones extranjeras y lanzar una nueva ley agraria que quitaría la propiedad de las tierras incultas a sus propietarios. Tanto la CGT como la CGE presionaron al ministro para que renunciara. Se nombró en su lugar a Alfredo Gómez Morales, quien otorgó un aumento salarial del 38% para hacerle frente a la inflación. Sin embargo, su gestión fue breve y fue reemplazado por Celestino Rodrigo, miembro del círculo selecto de Isabel Perón y López Rega. El nuevo ministro de Economía cambió drásticamente el esquema económico peronista: aplicó una devaluación del 100% y un aumento de tarifas de servicios públicos del 200%. De este modo, el ministro ejecutó el primer golpe hiperinflacionario en toda la historia del país, conocido como el Rodrigazo, reorientando la economía hacia un neoliberalismo salvaje. La población, perpleja, salió pacíficamente a las calles a protestar contra el ajuste. Por su parte, el dirigente gremial Lorenzo Miguel, de la UOM, consiguió, después de varias negociaciones, un aumento de salarios del 160%. Pero días más tarde corrió el rumor de que el aumento no sería convalidado; las bases sindicales, intranquilas, desbordaron a la dirigencia y la CGT debió convocar a la huelga general para el 7 y el 8 de julio de 1975. Era la primera vez que la CGT organizaba un paro general contra un gobierno peronista.
La multitud congregada en la Plaza de Mayo pidió que se juzgara duramente a López Rega y a Rodrigo, quienes debieron renunciar; el primero, además, se vio obligado a exiliarse. Al mismo tiempo, los sindicalistas disculpaban las decisiones de Isabel perón, porque, según explicaban, la presidenta había estado mal aconsejada. Roto el cerco lopezreguista, Isabel Perón buscaría apoyo en los gremialistas y los peronistas ortodoxos.
Pero el país estaba cada vez más cerca de la disolución social. Los grupos armados clandestinos de izquierda y derecha ya habían asesinado a 860 personas. En 1974, Montoneros secuestró a los hermanos Born y solicitó 64 millones de dólares por su rescate. También en ese año, el ERP abrió un foco de guerrilla rural en la provincia de Tucumán; el gobierno respondió disponiendo, por decreto del Poder Ejecutivo, la intervención militar en la provincia norteña, llamada “Operativo Independencia”. De este modo, la presidenta avaló la represión militar, que pronto utilizó tácticas siniestras como la desaparición y la tortura, técnicas de lucha contrainsurgente que habían sido difundidas por el Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos. La última operación del ERP fue un intento de toma del arsenal armamentístico de Monte Chingolo, el 23 de diciembre de 1975. Allí sus combatientes fueron aniquilados casi por completo por las Fuerzas Armadas.
Estos hechos alimentaron el rol político de las Fuerzas Armadas, que pasaron a mostrarse como indispensables para lograr la paz y el orden público. Así, esta institución tergiversó la información en su provecho, ya que no transcendió que en Tucumán pelearon 5.000 efectivos del Ejército contra alrededor de 160 jóvenes del ERP, o que las armas del arsenal de Monte Chingolo habían sido inhabilitadas previamente por el ejército que estaba apostado esperando al ERP.
Después del Rodrigazo, la crisis económica fue incontenible: inflación, “corridas” hacia el dólar y surgimiento de los mecanismos de indexación. Aquellas personas que habían solicitado un crédito hipotecario antes del Rodrigazo se vieron favorecidas por la licuación de las cuotas, pero no así los ahorristas. El aumento salarial del 160% que finalmente había sido concedido también se esfumó rápidamente frente a la inflación. La crisis económica fue a la par de la crisis política. Por otra parte, la CGE perdió a sus integrantes más poderosos, pues los grandes empresarios decidieron abandonar definitivamente el Pacto Social y atacar al gobierno de Isabel Perón para fomentar su caída.
En septiembre de 1975, la presidenta decidió tomarse una licencia de 45 días por razones de salud. Por la Ley de Acefalía, fue reemplazada por el presidente del Senado, Ítalo Luder. Por orden de Isabel Perón, Luder extendió a todo el país el poder del decreto que autorizaba a las Fuerzas Armadas a luchar contra la subversión. Pero en aquellos 45 días, ni el por entonces ministro de Economía Antonio Cafiero pudo encontrar un freno a la inflación, ni el Congreso pudo instrumentar un mecanismo legal para deponer a la presidenta. Cuando esta volvió a su cargo, el peronismo cerró filas y esperó a la caída del gobierno.
El 24 de marzo de 1976, los altos cargos del ejército Jorge Videla y Emilio Massera protagonizan un nuevo golpe militar autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, siendo, como la anterior dictadura, de tipo permanente.
Una dictadura en la que se desarrolló un proceso sistemático de secuestro y tortura de personas, producto del cual hubo una gran cantidad de desaparecidos. La Conadep registró 8.961 casos, aunque que otros organismos de derechos humanos elevan la cifra a 30.000. 
Por todo ello hoy aún seguimos recordando, porque la historia más negra de la humanidad hay que conocerla para no repetirla nunca más.





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