lunes, 26 de septiembre de 2011

Israel / Palestina, gerra amaigabea

"Abbas entrega a Ban Ki-moon la solicitud para que Palestina ingrese en la ONU."; "Palestina: 63 años esperando un estado."; "Los líderes mundiales presionan a Netanyahu y Abbas para que negocien"; "Abbas desafía ante la ONU a Netanyahu y a EEUU."... Se suceden los titulares sobre Palestina, que parece más cercana que nunca de poseer un estado propio. Y sin embargo, Israel no cede, los sigue considerando inferiores, Estados Unidos sigue manteniendo la misma postura de apoyo incondicional a Israel, postura que ya no se sostiene, Europa lucha por ser árbitro del conflicto, y el escepticismo se hace notar entre el pueblo palestino. "No recuerdo cuando empezó esta guerra...", quizá ya os hayáis dicho. Y es que el conflicto palestino-israelí se ha convertido en algo que ya es "de toda la vida". Pero, ¿cómo empezó todo?
Palestina ha sido desde siempre un territorio irregular en cuanto a dueño. Poniéndoos a pensar, recordaréis las historias de la Biblia, de Abrahán, Jacob, Moisés, David... la llamada "tierra prometida". También recordaréis Belén, Jerusalén, las películas sobre Jesucristo en las que se veía como el carácter judío de la región era respetado por los invasores romanos, que les permitían mantener sus leyes. Pues bien, a partir de las derrotas de las rebeliones judías en los años 70 y 135, se iniciaron grandes deportaciones de judíos que dieron inicio a la llamada "Diáspora". Desde entonces el pueblo judío empezó a caracterizarse por vivir disperso por todo el mundo y por carecer de patria. En el año 636, Palestina, entonces parte del Imperio romano de Oriente, es conquistada por los árabes. Las famosas "cruzadas" intentaron volver a hacerse, con la que para ellos era "Tierra Santa", pero, sin embargo, Palestina llegó al siglo XX formando parte del Imperio turco.
En 1914 estalla la 1ª Guerra Mundial, y Turquía, con un gobierno de carácter autoritario, se posiciona al lado de los Imperios centrales (Alemania e Imperio austrohúngaro). Presionados por líderes judíos, los británicos, entonces todavía dueños del mundo, ya reconocían el derecho de estos a disponer de un territorio propio en Palestina. Turquía perdió la guerra, lo cual le supuso la descomposición de su imperio. Ávidos, los británicos, acuden a oriente próximo para apoyar la autodeterminación de los pueblos árabes de la región frente a los turcos, pero, sobre todo, por el valor estratégico de la región, rica en reservas petrolíferas. En 1920, la Sociedad de Naciones decide repartir la zona quedando Palestina como protectorado británico.
Por aquel entonces, empezarán a llegar judíos a la zona impulsados por el Movimiento Sionista, que aspiraba a formar un Estado judío en los antiguos estados bíblicos, es decir, en Palestina. Los británicos, todavía no conscientes de los problemas que podría traer lo que ellos en parte habían motivado, se mostraron favorables a la llegada de judíos. Entonces, los palestinos, asustados por esta "invasión", comenzarán a atentar contra los británicos, todavía responsables de la administración del territorio. Temiendo dar inicio a un conflicto de mayor magnitud, los británicos reaccionan frenando la entrada de judíos a Palestina, pero es ya demasiado tarde. Un tercio de la población de la región es ya judía. Serán ahora los judíos quienes atenten contra los británicos. En 1945, termina la 2ª Guerra Mundial, y de seguida, empezarán fuertes insurrecciones judías contra las autoridades británicas que aún limitaban su entrada en Palestina. Con motivo del "holocausto", los países aliados tendrán cierto "miramiento" con el pueblo judío, por lo que, en 1947, la ONU divide Palestina quedándose árabes 44% del territorio (pese a ser bastante mayor la población árabe), 55%  judíos y permaneciendo Jerusalén como zona internacional. La decisión no gustará a ninguno de los dos. En 1948, Gran Bretaña abandonó la zona puesto que había acabado su mandato. Palestina deja de ser protectorado británico, y, aprovechando la ocasión, Ben Guriön, líder judío, proclama el Estado de Israel. Los países árabes no lo van a reconocer, y así comenzará la 1ª Guerra árabe-israelí. Desde entonces la zona ha sido un auténtico polvorín.
La 1ª Guerra árabe-israelí (1948-49), se inicia con el ataque de la Liga árabe (Egipto, Jordania, Siria, Líbano, Irak, Arabia Saud...). Pese a su clara inferioridad, Israel sale vencedor y como consecuencia de esta guerra, Jerusalén quedará dividido en dos zonas (este y oeste) e Israel ampliará su territorio en un 20%, lo que dará lugar a la huída de los palestinos que habitaban dichos territorios.
La 2ª Guerra árabe-israelí (1956-57) se trata de todo un conflicto de Guerra Fría. El entonces presidente egipcio Nasser, favorable al bando soviético, nacionalizó el Canal de Suez (en un origen bajo administración franco-británica), con cuyos beneficios realizaría la presa de Asúan. Atacarán Gran Bretaña, Francia y también Israel, que se junta a la ofensiva por la enemistad mantenida con Egipto. Ante la inminencia de una 3ª Guerra Mundial, EEUU acabó por recomendar a sus aliados su retirada de la zona. La nacionalización del canal perjudicó gravemente los intereses comerciales americanos y europeos. Israel salió del conflicto consolidado como una gran potencia militar. Por aquel entonces, el líder palestino Yasser Arafat creó el grupo guerrillero Al Fatah, y más tarde, en 1964, dentro de este nace la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) que ante el malvivir del pueblo palestino asume la representación y defensa de su derecho a existir políticamente.
En 1967 tiene lugar la ahora frecuentemente mencionada 3ª Guerra o "Guerra de los 6 días" (Abbas ha propuesto empezar a discutir a partir de los límites geográficos previos a esta guerra). Israel, intentando evitar una ofensiva árabe, ocupa una serie de territorios (Sinaí, Golán, Cisjordania, Gaza, Belén, Jericó...) y aplasta a los ejércitos jordano, sirio y egipcio. Los campos de refugiados palestinos empezaron a hacerse notables.
Por último, en 1973 tiene lugar la más remarcable de las guerras árabe-israelíes, la Guerra de Yom Kippur (estalla un 6 de octubre coincidiendo con la fiesta judía de Yom Kippur de ahí su nombre). Los árabes atacan territorios que Israel les había ocupado previamente. Israel vuelve a salir vencedora. La importancia de esta guerra está en que ante el permanente apoyo que había mantenido Occidente a Israel, la OPEP (formada por países árabes) decide subirles el precio del petróleo dando lugar a la llamada "crisis del petróleo" de 1973.
Por esta y otras razones, Occidente empieza a defender "la causa palestina". En 1974 la ONU reconoció a la OLP (a cuyo frente estaba Arafat) como representación palestina. En 1978 Egipto, reconociendo el Estado de Israel, e Israel, abandonando territorios del Sinaí, llegan a los acuerdos de Camp David, y en 1980 ambos empiezan a tener relaciones diplomáticas. Ante la complicada situación palestina, en 1987 la OLP promueve la Intifada ("guerra de las piedras" en árabe), que consistió en un movimiento de insurrección civil de jóvenes palestinos que habitaban territorios ocupados por Israel, y en 1988 proclamó unilateralmente el estado palestino. Esta creciente tensión acabó por rebajarse con la vuelta a las negociaciones en la conferencia de Madrid, en 1991. En 1993, tienen lugar los acuerdos de Oslo, en los que israelíes se comprometieron a la retirada de sus fuerzas de Gaza y de Cisjordania así como a permitir el autogobierno de los palestinos en esas zonas. El incumplimiento de estos por parte de Israel, motivó el crecimiento del radicalismo y la práctica de terrorismo islámico. En el 2000, los jóvenes palestinos promueven una 2ª Intifada, y por entonces se crea Hamas, organización islamista radical que hoy en día aún tiene el control de la conflictiva franja de Gaza.
Es más que sabido por todos que la zona sigue siendo hoy en día sumamente conflictiva, pero al fin y al cabo, ¿quién se merece el territorio? La división de este resulta conflictiva y la convivencia de ambos pueblos una utopía. La mediación de otros países no parece efectiva, y demasiados judíos y palestinos tan solo desean la desaparición del otro.










domingo, 18 de septiembre de 2011

Hausnarketa


- En los últimos 3 meses me he acostado con 15 chicos diferentes.
- Y, sin embargo, sigues sintiendo que tu vida es una mierda...
- En el fondo sé que no me llena... la verdad, me siento utilizada y, a veces, terriblemente vacía.
- Y ¿por qué lo haces?
- No sé... el que un chico me acaricie, me bese... no sé, me hace sentir que hay alguien que me quiere, que hay alguien que me ama. Luego me doy cuenta de que todo es una ilusión, una sombra, una ficción.
En los últimos años el número de suicidios se ha multiplicado vertiginosamente. Dicen que asistimos a una crisis mucho más profunda que la crisis financiera. Dicen que es la crisis de un modelo de desarrollo ambientalmente insostenible, de un modelo económico socialmente injusto y de un modelo político en el que los partidos gobernantes, supeditados a los poderes económicos, han pervertido la esencia de la política y de la democracia cambiando el gobierno de la ciudadanía por el de los mercados financieros. Pero pocos llegan a la radicalidad, todavía resulta tabú, quizás nos dé vergüenza el decir que la moral del hombre contemporáneo se pudre, que el vacío nos atormenta y que la crisis de valores nos revienta.
Acostumbrados a confundir el éxito con la felicidad. Invadidos por un sentimiento de apatía, carentes de valores, degradados por el absurdo de nuestro propio destino, nada tiene ya importancia. Íntimamente ajenos al alcance de nuestros actos. Necesitados de todo, sin que nos falte nada, ¿qué buscar?, ¿por qué luchar? Las drogas no te dejan ver más allá. Acostumbrados a confundir el éxito con la felicidad. Y entonces, como Mersault¹, te transformas en un extranjero que juzga y remueve los fantasmas de una sociedad angustiada, cuya moral carente de sentido regula la vida de un todo social. Pensamos en reconstruir la sociedad sin primero reconstruirnos a nosotros mismos. Se nos nubla el pensamiento. Acostumbrados a confundir el éxito con la felicidad.
UNICEF acaba de publicar un estudio según el cual, los niños británicos son los más infelices entre los menores de países desarrollados. El consumismo parece ser la raíz. Y los altercados de hace unas semanas, barrios incendiados, comerciantes que lo han perdido todo, en algunos casos, incluso la vida simplemente por intentar proteger lo que era suyo, todo esto ¿por qué?: ¿Por la difícil situación de la juventud inglesa? No. Entonces, ¿quizá por solidaridad para con otros más desfavorecidos? No. Una panda de niñatos descerebrados quería un nuevo “iPod”, una nueva “play”, una nueva “Blackberry”… De ahí que no se produjeran más que asaltos a tiendas de electrodomésticos y ropa. Como he dicho antes, íntimamente ajenos al alcance de nuestros actos, centrados en nuestro ego personal, en nuestro superyó, buscamos la felicidad en lo material. Y, sin embargo, nunca te sacias, ¿por qué será?
Engañados sin saberlo, la radio no calla y el dolor de cabeza se hace cada vez más fuerte. Y cuando te quieres dar cuenta ya estás muerto, ya estáis muertos, ya estás muerto, ya estás muerto, ya estáis muertos, muertos, muertos. Acostumbrados a confundir el éxito con la felicidad… 

¹ Mersault: protagonista de la novela “El extranjero”, de Albert Camus.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Errico Malatesta, batasuna eta borondate-indarra aldaketarentzat




Quizá alguna vez ya os habréis puesto a pensar en lo complicado que es el mundo. En lo complicadas que se han puesto las cosas, en lo difícil que es buscar solución a un laberinto sin salida. Una angustia claustrofóbica y un sentimiento de impotencia os habrán inundado y entonces quizá os hayáis preguntado que si en lugar de poner parches a la política, economía y sociedad mundiales, ¿puede ser la solución dejar que la burbuja estalle, reventar con todo y reconstruir desde cero una nueva sociedad? Por ello los, en teoría muertos y enterrados, ideales libertarios, vuelven hoy a estar más vivos que nunca.
Finales del siglo XIX principios del XX, Italia, país campesino de la periferia europea, en una época de miseria y explotación, con la apoteosis del liberalismo económico, es uno de los lugares donde los ideales anarquistas tienen más éxito. Errico Malatesta, nacido en el seno de una familia de propietarios rurales, marcará un nuevo rumbo en la teoría anarquista al abrir una nueva corriente de pensamiento dentro del llamado "anarcocomunismo".
Siendo estudiante de medicina, Malatesta se unió primero al socialismo de la Primera Internacional (Londres, 1864, y todavía anarquista-marxista), donde conoció a Bakunin (es considerado uno de sus mayores discípulos) y adhirió a los postulados del anarquismo. Fue el principal impulsor de la acción directa, defendiendo como sus principios la toma de tierras y la huelga general. Así, Malatesta pone en marcha toda una serie de estrategias para la difusión de la política libertaria, entre las que se encuentran la expropiación de bienes a los sectores más adinerados, lo que hace que el anarquismo simpatice con ciertos bandidos populares.

El triunfo de la voluntad
Contemporáneo de Piotr Kropotkin, ambos serán los padres del "anarcocomunismo", tendencia filosófica y económica dentro del anarquismo que promueve la asociación voluntaria sin Estado, e igualitaria a través de la propiedad comunitaria o "comunización" de los bienes y servicios. Estos serían distribuidos a cada persona por medio de una economía gestionada por la comunidad, es decir, el comunismo entendido como comunidad de bienes. De ahí su similitud con el concepto filosófico de "organización tribal" de las comunidades humanas más primitivas, que surgen del principio de que el ser humano necesita de los demás para desarrollarse, se basan en la libre asociación de pequeños grupos familiares y en las que la propiedad es comunitaria, existiendo un limitado reparto de actividades y una limitada jerarquía.
El conflicto entre ambos surge en que, mientras Kropotkin cree que el advenimiento del anarquismo es resultado de un devenir científico, es decir, que "naturalmente" llegará, Malatesta sostiene que para llegar a concretarse, requiere de la voluntad y de una militancia permanente. Así, Malatesta apunta a salirse del esquema de los partidos políticos y a ser fieles al lema de la Primera Internacional: "la emancipación de los trabajadores debe de ser obra de los mismos trabajadores". La apuesta es a la reacción espontánea de los oprimidos por el poder del Estado.
De acuerdo con estas ideas, Malatesta participó de numerosas insurrecciones populares, en España y en Bélgica. Y así, al mismo tiempo, va incorporando en la práctica la idea del internacionalismo de la causa anarquista. "Más allá de las diferencias entre los compañeros anarquistas, entendámonos sobre el camino y los medios, ¡y adelante!" es una de sus consignas más conocidas. Su pensamiento evoluciona, y vemos como en su "ser unitarista", Malatesta plantea la necesidad de organización política y funda en 1899 el Partido Internacional Socialista Anárquico. La estrategia de estas manifestaciones es construir, con ellas como vehículo, las alternativas para salir de la situación de opresión e ir estableciendo los lazos que lleven a una sociedad anarquista. La revolución es constante, no hay un momento que cambie todo de la noche a la mañana.

Salarios nunca más
De acuerdo con su "anarcocomunismo", Malatesta plantea la construcción de una sociedad sin clases y en cierta manera, propone una síntesis con el marxismo, pero sin pasar por la etapa de la dictadura del proletariado. La solución que ve el italiano pasa por la idea de federación, con la creación de múltiples agrupaciones libres que respeten las tendencias de la población y que se unan para resolver problemas específicos. Malatesta teme el ejercicio del poder y quiere un cambio absoluto de la condición humana: "Se formará una nueva conciencia moral por la cual el asalariado repugnará a los hombres, como lo repugnan hoy la esclavitud legal y la inquisición".
Con esta política, el anarquismo italiano se convirtió en una fuerza temible para el fascismo. Mussolini mandó a prisión a Malatesta, pero el respeto que sentía por él, respeto en parte inspirado por el temor a revueltas, le impidió ejecutarlo.
Malatesta muere en prisión, después de haber pasado por varios exilios en Francia e Inglaterra, donde continúa con su incansable prédica en favor de la lucha libertaria, pues siempre fue fiel a su idea de que la nueva sociedad no llegaría por sí sola.
Errico Malatesta fue un hombre de acción, por eso dejó sólo escritos dispersos. En uno de ellos habla del amor en la sociedad libertaria y dice: "Eliminemos la explotación del hombre por el hombre; combatamos la pretensión brutal del macho que se cree dueño de la hembra; combatamos los prejuicios religiosos y sociales; aseguremos a todos, hombres, mujeres y niños, el bienestar y la libertad y entonces no quedarán otros males que los del amor."

Muchos le habrán criticado de idealista e ingenuo, y sin lugar a dudas que la situación de la época en la que vivió era totalmente distinta a la situación actual, pero resulta más que admirable que vivió y luchó hasta el final, defendiendo la unidad y la fuerza de voluntad como vehículos para un mundo mejor. En un mundo individualista, egoísta y materialista, en el que hasta las revoluciones de "indignados" se tiñen de nihilismo, se tiñen de pereza, de mirar únicamente por lo nuestro, de levantarse porque "violan mis derechos". En un mundo insolidario, consumista, en el que el tiempo libre lo dominan los centros comerciales, el sexo y las drogas, un mundo hedonista, que busca el placer por el placer. En un mundo en el que hasta los que se dan cuenta de lo mal que está, prefieren permanecer en la indiferencia y el apolitismo, argumentando "yo soy feliz con lo que tengo y mientras no me lo toquen a los políticos que les den". En un mundo que ha perdido ya la trascendencia, en el que se critica siempre lo ajeno, ya no hay tiempo para reflexionar sobre uno mismo. En un mundo artificial, que ya no siente, estos ideales son más que necesarios.