domingo, 29 de enero de 2012

Los indios del fin del mundo



Era noviembre de 1520, cuando Magallanes, atravesando el estrecho que más tarde portaría su nombre, pudo avistar por primera vez en la historia del hombre blanco el verdadero fin del mundo, la punta más austral de la Patagonia. Una porción de tierra inhóspita de altas islas montañosas y cumbres nevadas que intersectan angostos brazos de mar, y de la que constantemente emergían infinitas columnas de humo. Magallanes la bautizó con el nombre de “Tierra del Fuego”.
Apenas hubo expediciones que  volvieran adentrarse por estos confines, cuanto menos misteriosos, y los contactos con sus pobladores fueron esporádicos. El primer encuentro de yaghanes o yámanas (pronunciado shagán o shámana) con europeos fue con hombres de la flota “Nassau”, comandada por Jacques L’Hermite, hacia 1624. El saldo de 17 marineros muertos, contribuyó a acrecentar la leyenda del lugar y a ennegrecer la fama de sus pobladores, que pasaron a ser catalogados como “caníbales”.
Lo cierto es que tuvieron que pasar más de dos siglos para que una expedición se internara por la región sur de Tierra del Fuego. Así es como recién en 1830 llega a la región una expedición inglesa para realizar la cartografía. En este viaje tomaron contacto con el pueblo yámana y llevaron cuatro nativos a Inglaterra. Pese a lograr “civilizarlos”, a su vuelta a Tierra del Fuego, estos volvieron a su vida anterior.
En verdad, el pueblo yámana era un pueblo pacífico y no fue problemática la entrada en contacto con estos. Pero, a pesar de los esfuerzos perseverantes y continuos de las múltiples misiones anglicanas que ahí acudieron, sólo un pequeño número de indígenas, una cifra casi inapreciable, optó por la vía de la civilización, modificó su género de vida y se fijó definitivamente en la ciudad de Ushuaia.
“La existencia libre, independiente, errante, donde les impulsa su fantasía, con la miseria pero también con los encantos de la vida salvaje, les gusta más que la condición de sus compatriotas poseedores de buenas habitaciones o de campos cultivados, que les retienen en Ushuaia, con la vida material asegurada y menos privaciones, pero también con los cuidados cotidianos de la vida civilizada, la labor incesante y el horizonte limitado. Más de uno que había pasado un año o dos en Ushuaia y había adquirido por su trabajo y su buena conducta una pequeña habitación y un campo cultivado, ha desaparecido un buen día, dejando tras de sí sin sentimientos todo lo que poseía, para volver a seguir la vida en las piraguas.”¹
Los misioneros anglicanos trataron de protegerlos del inevitable desembarco del europeo en la región, pero no pudieron adaptarse a lo que nosotros llamamos civilización. Ellos vivían en armonía con un medio inhóspito desde hace más de 6000 años. Llevaban una vida sencilla basada en una alimentación rica en grasas, gracias al lobo marino, que les daba las calorías necesarias para vivir; en su canoa que los llevaba de un lugar a otro de caza y donde vivían por unos días; y en su refugio, que cuando era abandonado, la naturaleza misma limpiaba. Sin vestimentas, la naturaleza se encargaba de mantenerlos limpios con el agua del mar y las lluvias. Se secaban al lado de los fuertes fuegos que lograban hacer gracias a la abundancia de leña.
Llegó el europeo y con él la caza de lobos marinos, que al tomar ésta como un recurso natural inagotable, casi los extermina. No les permitió deambular con sus canoas y tuvieron que asentarse en casas y usar ropa. La vestimenta, la alimentación y la forma de vivir sedentaria y en casas les causó más problemas que beneficios. Hicieron fuertes estragos enfermedades como la gripe, el sarampión y la tuberculosis, cuya propagación se vio favorecida por el hecho de que los indígenas, al no saber lavar la ropa, vistieron prendas mojadas. Después llegaron las enfermedades venéreas, el alcohol y las peleas por el territorio. 
El fin fue muy rápido. Veamos el censo publicado por Martí Gusinde: hacia 1880 los yaghanes eran unos 3.000 (en todo el archipiélago); en junio de 1884, el Reverendo Thomas Bridges obtiene el siguiente censo de yaghanes: 273 hombres, 314 mujeres y 413 niños (1.000); en 1886 un nuevo censo del Rev. Thomas Bridges nos muestra que quedan sólo 397 yaghanes en todo el archipiélago; en 1890, alrededor de 300; en 1913, alrededor de 110; y sólo unos 50 supervivientes hacia 1929, según Miss Hamilton. Hoy día tan solo sobrevive una última representante del pueblo yámana.
El hombre blanco, sin proponérselo, acabó con los indios del fin del mundo. Aunque más bien fue el progreso quién los llevó a la extinción. El imparable avance de la civilización que, con un “adaptarse o morir” por bandera, hizo desaparecer estas formas de vida. No había espacio para ellos en el mundo moderno.
No es mi intención, en esta entrada, denunciar “otro genocidio más” llevado a cabo por el hombre blanco. De vez en cuando, viene bien liberarse un poco de esa tendencia al pesimismo que tan consustancial se está haciendo al hombre posmoderno. Esa tendencia de ver siempre lo malo y nunca lo bueno. Un profesor me ponía siempre un excelente ejemplo al respecto: “¿Nunca os habéis fijado en todo el revuelo que se monta alrededor de un accidente? ¿Acaso esta toda esa gente ayudando?, o simplemente, fijaros en las noticias que aparecen en portada de los telediarios.”
Resulta raro, incluso tendría una consideración de reaccionario, ponerse a hablar de todos los beneficios que obtuvieron los pueblos originarios de América con la llegada de Colón. Aunque supuestamente parece ser que sí se habla y se ha hablado hasta demasiado al respecto, puesto que “la versión oficial se limita a esto”. Sin embargo, a día de hoy,  lo que resulta verdaderamente atractivo es  hablar sobre las brutales matanzas que entablaron los nefastos conquistadores españoles. El capitalismo lo sabe, y lo explota.
Mi última intención es negar las barbaries genocidas en las que incurrieron los conquistadores europeos motivados por la búsqueda de la sumisión y de las múltiples riquezas que el continente les ofrecía.  El choque de culturas no se produjo de la manera ideal, y mucha de la sabiduría de los pueblos originarios se perdió. Pero al fin y al cabo, a lo largo de la historia, ¿cuántos encuentros de diferentes culturas, se han producido de manera pacífica y respetuosa? 
Por otro lado, reflexionemos un poco: ¿cuánto sabemos sobre historia precolombina?, ¿será cierta nuestra catastrofista tendencia  a pensar  que antes de que llegaran los españoles todo era paz y armonía?, ¿qué sabemos sobre Túpac Yupanqui, sobre Tlacaélel, sobre el caciquismo que ejercían los aztecas sobre los pueblos contiguos, o sobre los sacrificios humanos que realizaban? ¿Acaso no habremos empezado a dejarnos llevar por un odio irracional hacia la civilización occidental, repudiándola en todas sus formas?
La ignorancia es atrevida y nefasta. Y en nuestras sociedades, que, pese a todo lo que digan, son democráticas, “el gobierno de los necios” es cada vez más una realidad.
Y en medio de toda esta barahúnda sociológica, ahí quedaron los yámanas, apartados de la historia de la humanidad. Tan solo podremos recordarlos como los habitantes originarios de Tierra del Fuego. Seres humanos mucho más primitivos que nosotros, pero que indudablemente vivían más felices.

Bibliografía: "Ushuaia", de Carlos Pedro Vairo

Para saber más sobre los yámanas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Yag%C3%A1n#cite_note-cristinacalderon-0

http://www.limbos.org/sur/yaman.htm 

http://www.indigenas.bioetica.org/base23.htm

http://www.alconet.com.ar/varios/mitologia/patagonia/los_yamanas.html  


 ¹ Una visita a la misión inglesa del canal Beagle; notas sobre el pasado, el presente y el porvenir de esta misión protestante

sábado, 21 de enero de 2012

Arcadi Oliveres, desvelamiento de las mentiras de una sociedad racista, ignorante y opresora

Este pasado martes, 17 de enero, los pamploneses tuvimos el honor de recibir la visita del doctor en economía, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, y presidente de la organización de derechos “Justicia i Pau”, Arcadi Oliveres. La conferencia tuvo lugar en el salón de actos de la casa de la juventud, el cual acabó abarrotado, y fue organizada por la asociación SEI, de ayuda a jóvenes inmigrantes, y por la ONG, Alboan. El tema abordado, “Beneficios y retos de una sociedad intercultural”, le sirvió para penetrar en los más profundos entramados no solo sociales, sino que también políticos y económicos, de la actualidad. En una sociedad aterrorizada por el “monstruo” de la crisis, las posturas xenófobas, que denuncian las “plaga de la inmigración”, se hacen cada vez más fuertes. No obstante, a Oliveres le bastó con dos horas para falsear y ridiculizar estas incipientes
Hacia las 7 de la tarde, después de presentaciones tanto de las dos asociaciones organizadoras como del propio Arcadi, se inició la charla, teniendo como punto de partida una sencilla pregunta: ¿Por qué hay migraciones?.  Alegó dos simples razones: porque los del sur quieren venir, y porque los del norte les necesitamos. A partir de entonces empieza una retahíla de  denuncias, que va a remarcar hechos como el que los 20 más ricos, según Forbes, tengan el mismo patrimonio que los 550 millones de subsaharianos en 1 año, el tráfico de intereses entre los gobiernos de los países y las principales entidades financieras, el despilfarro de agua en Occidente, dónde en Europa se consumen 350 litros de agua por persona y día mientras que en África tan solo 8 litros, la inhumanidad de la ley de patentes, donde se imponen los intereses de unos pocos laboratorios sobre los millones y millones de enfermos de SIDA, por ejemplo, o la venta de armas por parte de los gobiernos primermundistas a países subdesarrollados en conflicto. Por último, concluyó defendiendo que la xenofobia de los países occidentales se debe, principalmente, a una simple razón: una escasa y, a veces, tergiversada información. Remarcó el fácil remedio de esto: estudiar historia, demografía, economía y cultura.  
Limitándose a presentar la realidad tal como es, sin apenas transmitir su opinión, a excepción de en la ronda de preguntas, Arcadi Oliveres no decepcionó a su público, y fue despedido con un fuerte aplauso.
Rescato ahora para esta entrada, dos vídeos en los que Oliveres aborda de forma similar el tema de economía e inmigración, sacando al descubierto la terrible demagogia política que cada día padecemos. Aunque desde luego, quienes verdaderamente la sufren no vamos a ser nosotros, ciudadanos del primer mundo, sino que serán las constantemente castigadas poblaciones de los países subdesarrollados.




Sobre Arcadi Oliveres:
Sobre las ONG's organizadoras del evento:

miércoles, 18 de enero de 2012

No quiero hablar sobre Fraga

Ayer el mundo (España) pareció volcarse en torno al fallecimiento de una de las figuras políticas no sé si podríamos decir de las más importantes (eso, supongo, depende de subjetividades), pero al menos una de las más populares de la política española de los últimos 40 años. Como ya es costumbre, en nuestra anquilosada y relativamente amada España, hasta el color del cielo sirve de tema de debate ideológico-político e incluso hasta moral. La muerte de este particular sujeto, no iba a ser menos.
Los unos, los de casa, en un alarde de patriotismo y emoción, han querido mostrar de forma exacerbada el profundo amor y apego que sentían por este personaje. Un héroe de España, un reformista, sin el cual no podríamos concebir la democracia actual, y al fin y al cabo, todo un modelo a seguir. Los otros, más moderados, han preferido no mojarse demasiado (tampoco es que estén como para chapuzones), y han destacado la habilidad que tuvo este señor para adaptarse a los "nuevos tiempos". "Supo cambiar", decían. Y por último, no podrían faltar los más "contestatarios". Estos, como harían con cualquier otra persona del mismo "calibre", han expresado su total desprecio hacia esta "nefasta" figura, criminal de guerra y enemiga de la democracia, según ellos. "No le debemos nada", clamaban indignados. Ya casi una tradición española, la heterogeneidad y la discrepancia acerca del pasado, se han hecho pues, otra vez visibles.
Pero no. No me apetece hablar sobre Fraga. Sobre quién era, qué fue o que hizo. Los medios de comunicación ya nos van a repetir demasiado lo bueno, lo malo o lo ambiguo que fue. Ayer por la tarde sentí que necesitaba escribir sobre otro tema.
Era julio, cuando llegué a Buenos Aires, al, casi diría minúsculo, aeropuerto de Ezeiza, teniendo en cuenta que debe de abastecer  todos los vuelos al extranjero de los más de 12 millones de personas que habitan el Gran Buenos Aires. De todos modos, no creo que la gran mayoría pueda permitirse el realizar un vuelo internacional. No quisiera extenderme mucho en mi relato, tan solo quiero retener una simple imagen. Llego ya al centro de la ciudad porteña, el lujoso barrio de la Recoleta, la espléndida Casa Rosada, con la bandera albiceleste siempre ondeando con el viento proveniente del río de la Plata, el magnífico estadio de River Plate, y entonces a los lados de la carretera se extiende, como si de un prado de desolación se tratara, la miserable "villa 31". Habladores como son los argentinos, el taxista me preguntaba que cómo andábamos con la crisis que hay ahora en Europa. "Mal", le contestaba yo entrecortado. No podía parar de mirar por la ventana. "De la ostentación y el lujo a la miseria y la pobreza en menos de 5 minutos", pensé. Sentí entonces una profunda vergüenza.
Recuerdo ahora más que nunca aquel libro de Eduardo Galeano, "Las venas abiertas de América Latina". Llevo ya 6 meses en Argentina y ya he podido comprobar como resulta mucho más duro ver la cruda realidad con tus propios ojos que leer acerca de ella. Ya empiezas a pensar que egoísta que eres cuando tan solo sales a la calle en contra de recortes, despidos,... creyéndote el rebelde máximo... Existiendo el panorama que existe. Supuestamente en Occidente estamos en la peor crisis de nuestra historia, y los "países emergentes", en auge, van a ser quienes dirijan la economía mundial en unos años. Pero en Occidente no nos morimos de hambre, ni de enfermedades y todavía nos vamos de rebajas o a cenar fuera, y la mayoría tenemos una casa donde vivir...
 Es muy fácil construir la revolución desde el sofá de tu casa. Al fin y al cabo, ¿quiénes son los que verdaderamente dan pasos firmes por el cambio del mundo? ¿Sindicalistas acomodados de los países occidentales? Mi última intención es minusvalidar el movimiento reinvindicatorio en los países primermundistas, simplemente creo en la necesidad de orientarlo hacia la solidaridad y no hacia el nihilismo. Hacia el salir a la calle por todo@s y no por mí. ¿Acaso no son los verdaderos revolucionarios, los voluntari@s que cada día se juegan el pellejo en países y barrios sumidos en la pobreza, el hambre y la delincuencia?
Hace algunos meses que recibí la noticia de que el Drogas de los Barricada, había estado en Nicaragua con la Fundación Juan Bonal, con la que colaboré. Todos los trabajos de sensibilización de la ONG han sido siempre una obra de arte, este videoclip musical no es menos. Su particular granito de arena que todos podemos aportar con simplemente realizar un donación, apadrinar a un niño... "Que es que estamos muy fastidiados con la crisis", dirá más de uno... ¿Qué es crisis que te recorten el sueldo y te tengas que conformar con comer pollo en vez de pavo en Navidad?, ¿Que ya no te atiendan con la misma rapidez en los hospitales?, ¿Que te despidan?. Que se acerquen por Buenos Aires, por Nicaragua, por el África Subsahariana para que vean de verdad lo que es crisis. 24 mil muertos diarios por hambre, más de un millón y medio de muertos por año infectados de VIH, países con una esperanza de vida inferior a los 40 años, el analfabetismo en los países subdesarrollados, eso si es crisis.

Sin embargo, las portadas de los periódicos (españoles, argentinos,...) han preferido darle más importancia a otras crisis. No quiero hablar sobre Fraga, existen demasiadas otras cosas que deberían de ser habladas antes...



ONG's en marcha: 
Fundación Juan Bonal

  

domingo, 8 de enero de 2012

Isiltasun

Siempre fueron un poco distintas. Solían ser silenciosas. Eran algo discreto, familiares y amigos llevaban sus fotos, y siempre, el día tal a tal hora, estaban allí. Todas las semanas, nunca fallaban. La gente pasaba, les miraban y volvían la cara. No querían verlos, no querían saber que existían, borrarlos de sus mentes, pensándose que así desaparecerían. Pero allí estaban, una imagen que, por segundos, te penetraba, e invadía hasta el más remoto rincón de tu ser. Que silencio más incómodo aquél.

“Etarras”, “asesinos”, mejor quitárselos de la cabeza, hay que pasar de largo… Me pregunto, si algún día, alguno, fue más allá de esa primera reacción y se preguntó quiénes eran en realidad.  Quiénes eran esos hombres y mujeres, de ya cierta edad, que, lloviera o nevara, hiciese frío o hiciese calor, estaban siempre allí, callados, sujetando sus fotos.

“Defienden a asesinos, defienden a asesinos,…” te repites continuamente. Pero, ¿será esta gente culpable? Ya tiene que ser muy duro que te salga un hijo así… No eres padre, pero ya supones que un hijo es siempre un hijo. Puede que entonces incluso sientas un poco de lástima.

“Mañana, 7 de enero, seremos muchos miles de hombres y mujeres los que nos manifestaremos en Bilbo exigiendo el respeto escrupuloso de los derechos humanos de los presos/as políticas vascas. No es una manifestación de apoyo al colectivo de presos políticos, sino por el respeto de sus derechos. No es una manifestación partidista convocada por determinados sindicatos y partidos, sino una llamada realizada por más de 10.000 colectivos, asociaciones, organismos y personalidades de muy distintos pensamientos y creencias.”¹

No se le puede negar a una madre el derecho a odiar a los asesinos de su hijo. Pero tú nunca has perdido a un hijo, y no te puedes imaginar el dolor que una pérdida así puede causar. Sin embargo, el superhombre se cree capaz de decidir quién es humano y quién no, y qué derechos tienen los que conservan “modélicamente” su humanidad y cuales quienes, a su parecer, la han perdido. La humanidad no se puede perder. En todo caso se puede degradar. Y no solo matando o cometiendo cualquier otro delito que esté condenado por la justicia, se degrada esta.

“¿Por qué los que defendemos los derechos humanos nadamos contra la corriente como salmones de un río cada vez más revuelto? Porque a contracorriente de la opinión pública, y no porque nos autoconsideremos moralmente superiores, sino porque es el núcleo duro de la propuesta de los derechos humanos, la única manera de entender que la justicia sea tal y no solo venganza es la consideración de que todos los humanos, pobres, ricos, débiles o miserables, gozan de derechos por el solo hecho de serlo.”²

Pese a todo, manchado por intereses partidistas y por su consecuente tergiversación de la información, el ciudadano de a pie no suele interesarse por una 2ª versión. Intelectuales, en su burbuja platónica, haciendo gala de su humanismo y de su capacidad de sacarle fallos a todo, desprecian esta causa por lo insignificante que les resulta. No se dan cuenta de que la gran mayoría de la sociedad no hace nada al respecto de nada. 

Lo de ayer en Bilbao fue colosal y fue una prueba más de que, efectivamente, en la sociedad vasca existe  consenso por la posibilidad de otra política penitenciaria. Muchos siguen prefiriendo hacer oídos sordos. Ayer se gritó, pero familiares y amigos que todas las semanas piden el respeto de los derechos de los presos vascos, lo seguirán haciendo de manera silenciosa. Y será incómodo ese silencio, tanto que algún día tendrá que ser escuchado.





1: Tasio Erkizia, “7 de Enero, una oportunidad” - 6 Enero 2012. Artículo publicado por “Diario de Noticias de Navarra”. http://www.noticiasdenavarra.com/2012/01/06/politica/7-de-enero-una-oportunidad
2: Rocío Silva Santisteban, “¿Los asesinos son humanos? – 2 Octubre 2011. Artículo publicado por “www.larepublica.pe”.  http://www.larepublica.pe/columnistas/kolumna-okupa/los-asesinos-son-humanos-02-10-2011

lunes, 2 de enero de 2012

En mi llanto mando yo


Posted: diciembre 23, 2011 in ACTUALIDAD, EDITORIAL/OPINIÓNGENERAL
Por Joaquín Maidagan (“En mi llanto mando yo” – 23 Diciembre 2011. Publicado por “expresiondirecta.net”)

Es evidente que vivimos en un país en el que ir un poco más allá de lo que dicta el guión del pensamiento único es patrimonio de una minoría. Es más, ya no me sorprende que en España haya que pasar por la Aduana de dicho pensamiento único antes de expresar/cantar según qué cosas. Me provoca asco y rabia, pero no me sorprende. Obviamente, que no me sorprenda no significa que acepte, bajo ningún concepto, que a día de hoy se sigan persiguiendo ideas cuyo único pecado ha sido  no aceptar ponerse el traje del bienpensante a cualquier precio. Su Ta Gar, Berri Txarrak, Banda Bassotti, Soziedad Alkohólika (con el indignante agravante de que además tuvieron que soportar un sonado y mediático juicio, del que hubo una sentencia a su favor) o Albert Plá son algunos ejemplos de artistas que han tenido (y todavía tienen, en algunos casos) que sortear bastantes obstáculos para poder tocar en según qué puntos del Estado. En estos últimos meses ha habido nuevos casos de censura que han fructificado (otros, como el de UpyD contra Soziedad Alkohólika, han fracasado). El rapero catalán Pablo Hasel fue detenido en Octubre por apología del terrorismo. Los Chikos del Maíz llevan tiempo en el ojo del huracán, siendo la reciente cancelación de su concierto en Burgos una de las últimas hazañas de la casposa censura. Y si nos salimos del apartado musical, no menos preocupante  y vergonzosa fue la también reciente suspensión de la charla sobre el Proceso de Paz en Euskadi que había organizado Yesca en Salamanca y en la que iban a participar Jone Goirizelaia, Doris Benegas y Haizea Ziluaga.
El poco fiable y discutible baremo de la susceptibilidad de un amplio sector de la sociedad española y de su clase política (lo cual es más grave, si cabe) hace posible que con muy poquito un grupo/colectivo sea criminalizado (basta con decir, por ejemplo, que estás a favor del acercamiento de presos a Euskadi) y desplazado. Ya es de por sí curioso. Pero hay algo todavía más llamativo. Y es que esos mismos analistas compulsivos de las letras de Hasel y LCDM (por ceñirnos a dos ejemplos recientes) no son tan correctos, meticulosos y cuidadosos a la hora de abrir la boquita y difamar con total impunidad. Pero claro, por lo visto, el valor ofensivo de las palabras depende únicamente de quién las utiliza, y no de su contenido. Tachar a alguien de “etarra” sin pruebas y a la ligera (por si las moscas, oiga) no sólo no está mal visto, sino que además sirve para ganar puntos de cara a la galería del buen español: al que lo hace se lo suele aplaudir bajo el grito unánime de “¡sí señor, con dos huevos!”. Luego están los imbéciles de turno que no dudan en afirmar que siempre viene bien un poco de publicidad gratuita y que estos artistas deberían darle las gracias a sus simpáticos enemigos por darlos a conocer. En el caso de Soziedad Alkohólika esa teoría suena absurda, puesto que llevan años y años llenando recintos de todo el Estado (e incluso de otros continentes).
Pero vale, traslademos ese punto de vista al caso concreto de Hasel, un joven rapero que, a diferencia de Soziedad Alkohólika, no es tan conocido. Claro, debe ser muy agradable que unos policías se cuelen en tu casa de Lleida y te suelten una frase que deja claro que saben incluso a qué hora saca tu madre al perro. Debe ser estupendo que se pasen por el forro tu derecho a la privacidad/intimidad, hurguen en tus cosas y te lleven a un calabozo de Madrid. Suena estimulante que de un día para otro media España, creyéndose ciegamente la aséptica y sesgada versión de los medios de comunicación (incluídos La Sexta y Público), te etiquete como el enemigo público número uno mientras los verdaderos enemigos del pueblo se descojonaban en sus (putas) casas (de verdad). También se me antoja gratificante intentar vivir dignamente de la música y no sólo tener que luchar contra los conocidos obstáculos a los que ya de por sí se enfrenta cualquier autor, sino depender también de los caprichos de unos miserables que, con la connivencia de la opinión pública, deciden cuáles son las ciudades a las que no puedes ir a tocar.
Lo peor de todo es que la gente pasa por alto otro dato que me resulta fundamental. Y es que detrás de toda esta censura se nos envía un peligroso mensaje subliminal: nosotros, los oyentes, somos retrasados mentales. Carecemos de personalidad. Somos incapaces de decidir por nosotros mismos y de canalizar de forma apropiada las letras de Hasel, LCDM y Soziedad Alkohólika. Tampoco estamos preparados para escuchar lo que nos quieren transmitir Jone Goirizelaia, Doris Benegas y Haizea Ziluaga en la charla de Salamanca. Es por eso que nuestros salvadores se han tomado la libertad de decidir (por nuestro bien, claro) que lo mejor es que sólo escuchemos su versión… ¡no sea que estemos de acuerdo con los malos (Hasel, Soziedad Alkohólika o Berri Txarrak)  o que las letras de LCDM (cargadas de  un recurrente e inteligente humor negro) nos causen gracia!
No, no necesito que PP o UpyD decidan si puedo o no puedo ir a un concierto de LCDM o de Pablo Hasel. Al igual que no necesito una sentencia favorable del juez Garzón para tener claro que hay que tener unas taras mentales considerables para estar a favor de la  insostenible persecución a Soziedad Alkohólika. El caso de la charla censurada en Salamanca fue esperpéntico. Esperpéntico porque dicho boicot fue promovido por asociacioness de ultraderecha (las manos limpias se demuestran con hechos, no con siglas) y por el SUP (Sindicato Unificado de Policía) de Salamanca, que en un repentino antojo pedagógico y sociológico, emitió un comunicado que daba vergüenza ajena. Este sindicato alegaba en dicho comunicado que se oponía a la charla, argumentando (es un decir) que ETA no había abandonado las armas ni tampoco había pedido perdón a las víctimas.
Bien. Llegados a este punto me pregunto algunas cosas: 1) ¿Son adivinos y sabían de antemano en qué iban a consistir las ponencias de las invitadas para afirmar que su contenido sería inapropiado? 2) ¿Las invitadas iban a contar chistes sobre Irene Villa y a mofarse de las demás víctimas de ETA? ¿O tal vez iban a dar lecciones prácticas sobre cómo utilizar metralletas y estos buenos policías querían ahorrarnos el mal trago? 3) ¿Cuando el SUP hablaba de abandonar las armas se estaba refiriendo a las mismas armas con las que ellos trabajan a diario? No sé cómo irá el tema en Salamanca, pero supongo que al igual que en el resto del mundo, el uso de las armas es una de las principales señas identificativas del gremio policial. Tal vez las armas de los policías salmantinos disparan claveles y/o pétalos de rosa. No lo sé. Lo que parece claro es que, si los miembros del SUP están tan interesados en arreglar el mundo y dar clases de ética, podrían haber elegido otra profesión (a ser posible una en la que la represión, la continua falta de respeto, el abuso de poder y el uso de las armas no sean algunas de sus herramientas). Para algunos estas preguntas serán demagógicas. Puede que tengan razón. Pero la demagogia no siempre es incompatible con la verdad.

Sí, independientemente de que no deja de ser un partido político (lo que me incita a tomar casi de forma instintiva ciertas distancias y a desconfiar) a día de hoy siento mucha más simpatía por Amaiur que por partidos como PP, PSOE o UpyD. Puede que me resulte más interesante escuchar a Arnaldo Otegi que escuchar a la mayoría de los miembros de esos partidos “de bien”. También me pregunto si los que lo criminalizan lo hacen con conocimiento de causa habiéndose informado mínimamente o si sólo se basan en la
profunda y elaborada entrevista que le hizo el sobrevalorado Follonero (que un tipo así sea el gurú de la izquierda española resulta significativo). Es verdad que también considero que su encarcelación fue, en su momento, un claro reflejo de que la justicia española maneja a su antojo a según qué personas, como si fueran juguetitos de quita y pon.  Soy de los que se desesperaban cuando veía que la gente era incapaz de entender que, le pesara a quien le pesara, De Juana había cumplido su condena con los recortes que estipulaba la Ley (esto no lo digo yo, lo dijo la Justicia, tan respetada en otras situaciones). Me resultaba llamativo que la gente no entendiera algo tan sencillo como esto: el hecho de que la condena fuera justa o injusta era otro tema, más relacionado con interpretaciones personales.
En ese sentido tampoco estaría de más que las personas que afirman tan a la ligera que pasar más de 20 años en prisión  (independientemente de cual sea tu delito) “no es nada” reflexionaran un poco acerca del valor del tiempo y se lo hicieran mirar. También me parece oportuno recordar que parte de la condena a De Juana fue por escribir dos artículos en prensa y no por asesinatos (muchas de las personas que escupían bilis con su caso ni siquiera conocían este dato). Reconozco, por otra parte, que no soporto el papel de la AVT, que pretende exprimir su rol de víctima hasta límites insospechados con tal de obtener réditos carentes de ética y comportándose de forma casi mafiosa. El hecho de ser una víctima  del terrorismo (o familiar de víctima) te da derecho, sin duda, a sentir más odio y rabia, pero jamás te puede otorgar el derecho a decidir según qué cosas ni a autoproclamarte árbitro del conflicto (vasco, en este caso).
Tampoco niego que me repatea ese empeño cabezón y obstinado de tantas personas que, en un claro intento de quedar por encima del otro y eternizar este bucle, no son capaces de ver más allá de la frase “condeno la violencia”; frase que, por otra parte, se ha convertido en la mejor excusa para no avanzar (ya no basta con condenar la violencia de ETA, sino que además hay que redactar la frase de condena siguiendo el libro de estilo del centro-derecha y utilizando un bolígrafo determinado, porque  si no se siguen esas pautas carece de validez). También me opongo a que desde arriba me digan cuándo tengo que llorar, cuándo tengo que sonreir y aplaudir, qué violencia tengo que condenar y qué violencia debo consentir. Condenar la violencia (sea del tipo que sea, aunque a muchos se les olvide este matiz) es una opción, no una obligación. Si fuera una obligación, las cárceles estarían abarrotadas de personas que, a día de hoy, son consideradas como ejemplares. Tampoco consiento que me digan cómo tengo que hacerlo. Supongo que la forma estándar sería cantando esto y gritando que Willy Toledo es un cabrón. De lo contrario entraría en la lista de sospechosos. Entre PP, PSOE, UpyD y demás lameculos de lo políticamente correcto han logrado adueñarse de un concepto (el de condenar la violencia), otorgándole un tufillo que da grima y convirtiéndolo en una pose oportunista, forzada, metida con calzador, poco creíble y carente de cualquier connotación loable o bienintencionada.
Jamás entenderé a las personas que se escandalizan ante la ambigüedad de la izquierda abertzale a la hora de condenar tajantemente a ETA y que, sin embargo, no sientan sarpullidos ante la ambigüedad del PP cada vez que se le pide que condene el franquismo o ante la del PSOE cuando se le insta a hacer lo propio con el GAL. Me entran ganas de vomitar cada vez que recuerdo a Zapatero aplaudiendo algunos crímenes de Estado (eso sí, con talante). Me cabrea ver que los mismos que me intentan convencer de que todas las víctimas se merecen mi llanto indiscriminado, son los mismos hijos de puta que no se cortan a la hora de decir que Carlos Palomino “se buscó” su muerte. Hubo otro hecho que, a mi juicio, marcó otro punto de inflexión en esta guerra absurda entre supuestos buenos (PP, PSOE, UPyD y demás partidos) y supuestos malos (los que nos alejamos de ese discurso único). En 2008 el director Jaime Rosales estrenó su película Tiro en la cabeza, la cual reconstruía el asesinato de dos guardias civiles españoles en Capbreton (Francia) a manos de ETA. No fueron pocos los que alzaron la voz contra la película alegando que Rosales “humanizaba” al etarra y se posicionaba en favor de éste. El principal defecto de ese argumento crítico es, básicamente, que en la película no había diálogos (o sí, pero premeditadamente no se escuchaban, precisamente para no condicionar al espectador).
Sí, la película mostraba al etarra en su vida cotidiana (caminando, tomándose una caña o follando), al igual que lo mostraba asesinando. Y también exponía el lado humano de los guardias civiles antes de ser asesinados. La existencia de estas caprichosas y retorcidas críticas me pareció una muestra definitiva e inequívoca de que la paranoia de algunos ya roza lo patológico. A mí, desde luego, me pareció una película absolutamente neutral. Aunque, por otra parte, que yo sepa, un cineasta no está obligado a serlo (que se lo digan al director de la película 23-F, bodrio en el cual sólo faltó una escena en la que el campechano Rey Juan Carlos apareciera  en el jardín de La Zarzuela curándole la patita a un pobre gatito que se encontró atropellado en la carretera cuando venía de
cazar
pasear con sus hijos). De todos modos el mensaje parece claro: humanizar a algunos es peligroso, porque al estúpido espectador a lo mejor le da por pensar. Pero poner musiquita emotiva (de piano, si puede ser) en el minuto de silencio/homenaje por la muerte de un guardia civil/soldado y recordarnos que el héroe de la patria en cuestión tenía mujer, hijos y le gustaba jugar con su perro, está bien. ¡Eso no es condicionarnos! Temerosos censores: entre seguir vuestro prefabricado, sobreactuado y falso protocolo antiterrorista y salir a celebrar el asesinato de un guardia civil tocando el claxon  por las calles hasta altas horas de la madrugada, hay un término medio. ¿Serán tan amables de dejarme elegir?
Que se siga exigiendo la condena a ETA (o movimiento vasco de liberación, según le convenga al vigoréxico repelente) después de que la banda haya declarado una tregua definitiva demuestra claramente dos cosas: 1) Vivimos en un país de subnormales aborregados que, en lugar de alegrarse con la noticia, se amargan porque no han entregado las armas. ¿Qué esperaban? ¿Un comunicado de ETA que incluyera un show de magia en el que las armas se convertían en palomas de la paz mientras de fondo sonaba el Imagine de Lennon? 2) Esa amargura no es honesta ni altruísta. Seamos claros: hay much@s demócratas (hola, Rosa) cuya burbuja a día de hoy se sigue alimentando de ETA. Y no, no me refiero a Amaiur. Me refiero a partidos a los que no les afecta el derecho de admisión y pueden entrar a la aparentemente reluciente discoteca del Congreso (cuyas goteras, que van más allá de la discutible Ley Electoral, no se solucionarían con el “una persona, un voto”) sin que el gorila de la puerta los mire de arriba a abajo perdonándoles la vida.
Ilustraciones: Tasio