domingo, 26 de febrero de 2012

Miércoles de Ceniza


Las seis y cinco de la mañana del lunes 12 de julio de 1930, en medio de una espesa niebla, un tranvía de la línea 105 que unía Lanús con Retiro se disponía a atravesar el Riachuelo por el puente Bosch. El conductor no advirtió que el puente estaba levantado para que pasara un barco. El tranvía cayó al Riachuelo. Murieron ahogados 56 de los 60 pasajeros. Raúl González Tuñón cubrió esa tragedia para el vespertino Crítica y tituló su crónica "El sándwich de milanesa". Lo llevaba en el bolsillo una de las víctimas, un chico de doce años que iba a trabajar. Todos los muertos eran obreros de Avellaneda y otros barrios del Sur. Natalio Botana, el director de Crítica, publicó en primera página la nota de Raúl González Tuñón, quien después se convertiría en uno de los grandes poetas argentinos, pero que entonces era sólo un reportero principiante. La historia del tranvía caído en el Riachuelo es hoy una página legendaria de la memoria social argentina. Ha inspirado libros y películas. Aquella tragedia se convirtió en emblema de la década del 30, que entonces se iniciaba. Una década oscura, triste, indigna.
Han pasado más de 80 años. El tiempo convierte el dolor en nostalgia. Jóvenes cronistas como González Tuñón escribieron o filmaron el miércoles pasado, Miércoles de Ceniza, otras notas tan emotivas, tan tristes.
La tragedia de 1930 tenía sus explicaciones: la niebla, el puente, el sueño en la madrugada. Sin embargo, su núcleo era similar a la tragedia de Once. La ciudad de Buenos Aires es un ogro que devora a sus habitantes. El país de 1930 tenía doce millones de habitantes, pero ya padecía la macrocefalia porteña. Hoy, sólo en el área metropolitana, viven 14 millones de argentinos, muchos de los cuales cada día se desplazan al centro de la ciudad, convirtiéndola en un caos. El transporte público urbano y suburbano es una pesadilla. Una expresión coloquial se ha convertido en verdad tan sabida como intocable: "Viajamos como animales".
Como muchos de mis colegas, he escrito ya tantos artículos clamando contra esta situación que siento vergüenza por repetirme, si no fuera que la indignación me alimenta.
Mintieron. Néstor Kirchner, cuando pretendía ser presidente, en 2003, también denunciaba: "Los argentinos viajamos como animales". Y prometía revertir la situación. No hicieron nada para eliminar el infierno urbano: concesionarios que no invirtieron y en cambio prefirieron lucrar, funcionarios inútiles, organismos de control que ni siquiera se constituyeron, jueces que hicieron la vista gorda ante denuncias concretas que anticipaban la inminencia de una catástrofe?
No tenemos esperanza alguna de que la Justicia dilucide responsabilidades. Seguirán impertérritos. El secretario de Transportes de la Nación les echó la culpa a los pasajeros porque "como buenos argentinos, todos se corrían a los vagones de adelante". El Gobierno se aferra a la teoría del error humano. Y repite que accidentes de trenes suceden en todos los países del mundo. Sí, pero en ninguno un hecho semejante fue anticipado y prenunciado mil veces: hubo once muertos sobre esas mismas vías en septiembre de 2011 en Once. Entonces no funcionaron las barreras. Hubo choques de locomotoras y percances varios. La estrategia del Gobierno es primero callar, después negar la realidad. Después, acusar al concesionario, cuya cabeza se preservará todo lo posible, pero que, de última, se entregará a las fieras.
Sucede que a estas alturas, el Gobierno ya no puede echar la culpa de nada al pasado. Hace nueve años que gobierna el kirchnerismo. El pasado son ellos.
La Presidenta, mientras los argentinos morían aplastados, se preparaba a inaugurar Automovilismo para Todos, otra etapa del circo deportivo. O para hacer algún anuncio sobre el Atlántico Sur, un mundo tan lejano a la vida concreta de los argentinos como Marte. La Presidenta tardó catorce horas en mandar un pésame en forma de comunicado. Como en Cromagnon, elegirán algún chivo expiatorio y le cargarán las culpas. Hasta que pase algo de tiempo y se olvide todo.
Evocar el tranvía en el Riachuelo es un ejercicio de nostalgia, sentimiento consolador porque el dolor sólo se conjuga en tiempo presente. Pero esa nostalgia no es vana porque nos señala la decadencia argentina. Todos lo sabemos. Aquel maldito tranvía se sigue cayendo al Riachuelo cada madrugada. Pero ya no hay excusas. Se disipó la niebla, no hay puentes. El miércoles 22 de febrero fue un día de sol radiante. Sol negro. Debería ser -Miércoles de Ceniza- el día de la expiación de los pecados.
Millones de argentinos viajamos en trenes sin frenos. Es la selva. Lo sabíamos antes de este Miércoles de Ceniza, pero ahora lo sabemos en el dolor de cincuenta y una vidas truncadas.
Fuente: Alvaro Abos para "La Nación", Sábado 25 de Febrero de 2012

domingo, 19 de febrero de 2012

Socialismo científico y liberación nacional (o algo así)


Artículo x Borroka Garaia

En política no estás sujeto a ninguna ley. La desobediencia e insumisión dan buena cuenta de ello.

Organización y lucha

La materia oscura es una hipotética materia que no desprende la suficiente radiación electromagnética para poder ser detectada con medios convencionales pero su existencia se deduce a través de los efectos gravitacionales que produce en la materia que si es visible como por ejemplo una estrella.
La materia oscura juega un papel determinante en la creación de estructuras y la evolución de las diversas galaxias y se cree que conforma en torno al 20% de la masa total del universo observable, mientras que la energía oscura ocuparía un 70%.

Unidad de fuerzas

La energía oscura es otra forma de materia o energía que estaría presente a lo largo de todo el espacio generando presión constante lo cual provoca una aceleración de la expansión del universo. Se calcula que supone las 3/4 partes de la masa-energía total del universo. Efectivamente, la expansión del universo se está acelerando y lo seguirá haciendo debido a esa energía oscura. Pero cuidado, si esa aceleración se prolongaría hasta el infinito indefinidamente la conclusión final resultaría que ciertas galaxias no volverían a ser visibles ya que su velocidad radial sería mayor que la velocidad de la luz.
La energía del vacío es un tipo de energía del punto cero que existe en el espacio pese a que haya una  total ausencia de materia. Esta energía es responsable de efectos físicos visibles como el Casimir.
El efecto Casimir consiste en que dados dos objetos metálicos, separados por una distancia pequeña comparada con el tamaño de los objetos, aparece una fuerza atractiva entre ambos debido a un efecto asociado al vacío cuántico. Algunos astrofísicos afirman que la energía del vacío es la causante de la energía oscura del universo. La energía del vacío es capaz de disipar un agujero negro.

Proceso unilateral de soberanía

Un agujero negro es una región del espacio-tiempo debida a una concentración de masa en su propio interior con masivo aumento de la densidad lo que procura un campo gravitatorio que impide que ningún tipo de materia ni siquiera la luz pueda escapar de su influencia y región.
Los agujeros negros se forman cuando una estrella masiva ya no puede producir energía en su núcleo. El sol en el sistema solar no podrá producir más energía dentro de 5 millones de años pero no se convertirá en un agujero negro debido a que no tiene la masa suficiente (tendría que ser 8 veces mayor). De cualquier modo ese hecho producirá la desaparición de la atmósfera al consumir el sol todo el hidrógeno a su alcance (no es infinito claro está) y empezará a consumir helio, calentandose en el proceso. La Tierra arderá y se derretirá, posteriormente el sol se la tragará y se evaporará. Sin embargo puede que el tirón gravitacional del sol al debilitarse permita a la Tierra escapar de él pero estaría ardiente e irreconocible. No hay certeza.
Del estudio de las fuerzas de la naturaleza, nuestro entorno y de ciertos animales se pueden sacar enseñanzas de cara a la política. Al fin y al cabo también somos materia del universo y estamxs atadxs a su devenir y sujetxs igualmente a todas sus leyes. La diferencia radica en que tenemos capacidad de elección. Y elegir bien para no ser tragados por un agujero negro o en su defecto incinerados por un supuesto sol debilitado deberá hacerse con cuidado. Otra diferencia es que en política no estás  sujeto a ninguna ley. La desobediencia e insumisión dan buena cuenta de ello.


domingo, 12 de febrero de 2012

La importancia de la interculturalidad en un mundo que le es hostil



Hace un par de días, buceando por la aún sin clausurar Youtube, vine a dar con un descubrimiento fantástico. Un programa de Catalunya Radio, de nombre “Do de llengües” (don de lenguas), al que durante horas no me pude despegar. De formato sencillo, esta breve emisión dedica cada semana algo menos de 5 minutos a una de las 6.000 lenguas que aún hablamos, analizando su situación, sus características gramaticales, y finalmente dando un par de pinceladas en esta. 6.000 lenguas, cierto, pero de las cuales un 90% peligran de desaparecer en este siglo, siendo el 96% de este crisol lingüístico preservado por tan sólo el 4% de la población de la orbe. El programa finaliza siempre con una misma breve, pero muy profunda frase: Cada cop que desapareix una llengua perdem una manera d’entendre el mon, una manera de viure’l i de descriure’l. Cada cop que desapareix una llengua, ens fem més pobres, més homogenis y perdem l'oportunitat d’enriquir-nos amb l'aportació de l'altre.” (Cada vez que desaparece una lengua perdemos una manera de entender el mundo, una manera de vivirlo y de describirlo. Cada vez que desaparece una lengua, nos hacemos más pobres, más homogéneos y perdemos la oportunidad de enriquecernos con la aportación del otro). No pudiendo parar de darle vueltas, quise escribir la presente entrada.

Recuerdo como una vez, charlando con un amigo, este me vino a defender lo bueno que sería el que todos nos pusiéramos de acuerdo en priorizar el aprendizaje de una sola lengua, dejando aparte todas las demás, en vista a lograr así  un “entendimiento global”. Además de destacar la practicidad que este monolingüismo tendría, también me llegó a sugerir como una lengua mundial única facilitaría notablemente la construcción de una paz universal.

 Lo cierto es que, durante mucho tiempo, la diversidad lingüística se ha asociado a la idea negativa de la incomunicabilidad de las culturas, idea reforzada por la imagen bíblica de la Torre de Babel, la imagen del mundo que se ve condenado por el castigo divino a la confusión lingüística y a la incomprensión. Es así como a lo largo de la historia se ha tenido como requisito casi indispensable para la consolidación de un gran Estado, su construcción en base a una única cultura, aparentemente “superior” a todas las otras que este pudiera poseer. Desde los romanos prestigiando el uso del latín e infravalorando las demás lenguas consideradas como “bárbaras”, hasta los conquistadores españoles ridiculizando las creencias de los pueblos indígenas de Latinoamérica y educándolos en la “verdadera fe”, o llegando también a los nacionalismos modernos como el de Francia o Alemania, países en los que lenguas locales que no sean francés o alemán, son casi sinónimo de lenguas en peligro de extinción.

Erróneamente, muchas veces (ya casi es un cliché entre las voces críticas) se ha denunciado que este “afán de unidad” ha venido siempre de la mano de los intereses egoístas y ambiciosos de “los poderosos”. Pero lo cierto es que no podemos cargar el peso de la culpa en personas o clases concretas, puesto que en esta “relativa infracción moral” ha incurrido el global de la sociedad occidental.   Y digo relativa, puesto que esta conculcación se verá anulada si tomamos de base la mentalidad occidental de los últimos siglos.

 Es difícil concebir que una civilización se sustente en una moral considerada como pecaminosa, lo cual significa que esta monoculturización ha tenido que gozar de legitimidad. Y así es como esta mentalidad de unificación y de  superioridad de unas culturas sobre otras se ha legitimado fundamentándose en una fuerte  base moral e intelectual, que, sorprendentemente, los filósofos occidentales han compartido en su práctica mayoría, y que, por lo tanto,  también la generalidad de los europeos, y más tarde, la generalidad de los norteamericanos, han compartido. Desde Platón, con su aristocracia o “gobierno de los mejores”, hasta Montesquieu, hablando de los “pueblos periféricos”, Kant, con su ideal humano que siempre responde a un espacio geográfico y a un grupo social bien determinados,  Hume y Locke,  con la idea del humanismo de la sola naturaleza humana, igual para todos los hombres, aunque escasamente desarrollada en los niños, dementes y “salvajes”, es decir, con su idea de la naturaleza cuyo grado de desarrollo más elevado va siempre a localizarse en Europa, y, además, en sus élites, o incluso Marx, cuya revolución, al fin y al cabo, fue diseñada exclusivamente para los países industriales europeos en los que el proletariado había emergido. Raras veces va a plantearse el poner en duda esta mentalidad eurocéntrica, esa idea racista y etnocéntrica, que tiene como colofón de su soberbia la muy difundida idea de la “misión del hombre blanco de civilizar” a los que, para nosotros, han sido los “pueblos nuevos”.

Como explicación al origen de este “paradigma de la superioridad”,  me he conformado con esta constatación del científico Santiago Ramón y Cajal: “El hombre amará siempre con predilección el medio material y moral próximo, es decir, su campanario su región y su raza, y consagrará solamente un tibio afecto rayano en la indiferencia al medio lejano. Como quien dice, tiramos siempre pa lo de casa.
En la más inmediata modernidad la diversidad cultural se haya más vulnerable que nunca a los intereses del que ha sido su mayor enemigo: la globalización simplificadora.  En una sociedad en la que las ideologías han perecido, una sociedad de “sueños rotos”, que ha conocido la barbarie humana en su máximo exponente, una sociedad que ha perdido su identidad y se siente desnuda, en la que hemos perdido nuestro sentimiento de grupo, nuestra afinidad con un determinado empleo, con un determinado hobbie,  con un determinado país, con unas determinadas ideas… y sobre todo  una sociedad que, en estas circunstancias de intemperie, ha visto como el capitalismo se ha impuesto en el mundo como sistema triunfante de la Guerra Fría. En esta sociedad de depresiones, individualismo y soledad, en su devastación parece haberse caído todo… menos los centros comerciales.

Vendiéndonos el mito de la “Aldea Global”, se ha globalizado la opresión de los pueblos y la libertad del capital y de sus medios de información para el monopolio del mercado en nombre del llamado “libre comercio” (véase movimiento antiglobalización). No, no hemos pasado a ver en nuestras ciudades un cachito de cada una de las distintas culturas del mundo, como nos han querido hacer creer, si no que estamos pasando a ver en todas las ciudades del mundo las mismas marcas de ropa, las mismas cadenas de restaurantes, las mismas tiendas de electrodomésticos, las mismas sucursales bancarias, la misma música, las mismas películas,… que las mismas multinacionales han creado y vendido a costa, muchas veces, de la explotación de países tercermundistas. Y aún más escalofriante es esa globalización de la cultura hedonista del materialismo, del consumismo o de la indiferencia, que está calando tan fuertemente en el sector más vulnerable de la sociedad, la juventud.

Se ha minusvalorado la pluralidad, se han despreciado las culturas locales por “minoritarias”, y no se ha visto utilidad en  preservar las costumbres, las tradiciones y las lenguas  indígenas, se ha repudiado la inmigración e incluso está emergiendo con mucha fuerza un “neoprovincianismo”, reaccionario y “pueblerino”, de tintes nacionalsocialistas. Y de la mano del ataque a la multiculturalidad, ha venido una degradación de nuestra humanidad. "¿Donde está realmente una identidad construida a través de la oralidad, a través de nuestras tradiciones? Eso desaparece con esta mercantilización que nos ha llevado a un mundo Macdonalizado, globalizado.", decía en una entrevista el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Carlos Monedero.

Porque solos, envolviéndonos en la misma burbuja de todos los días, en la rutina de la contradicción liberal-hedonista,  prescindiendo de nuestra consustancial curiosidad y deseo por conocer, nos vamos idiotizando en la soberbia del racionalismo y la cerrazón. Porque todavía nos quedan por conocer tantos modos de vida distintos, tantas creencias distintas, tantos valores nuevos, costumbres distintas, formas distintas de supervivencia, de hacer medicina, formas distintas de organización, de solucionar problemas, por muy superior que consideremos que sea nuestra cultura. Porque necesitamos tener una identidad, resaltar los diferentes medios de vida a los que tenemos acceso cada pueblo, y sobre todo por tener algo que aprender de los demás. Por todo ello tiene tanta importancia el mantener la interculturalidad de nuestro mundo, mantener viva la esencia de los pueblos, esencia que, al fin y al cabo, viene conformada mayoritariamente en la lengua.

¿Una revolución copernicana con la estructuración de un paradigma de la interculturalidad, de una revolución del mestizaje que, frente al agotamiento que presentan algunos proceso de la vieja Europa, proceda a la incorporación de culturas emergentes, así como a la eliminación de purismos o exclusiones? Es una hipótesis,  que cada vez más y más variados intelectuales defienden.

Desde luego, en la búsqueda de una inalcanzable irrefutabilidad, si me preguntaran: “¿por qué no un mundo monocultural?” Contestaría algo mucho más sencillo: “Porque sería un mundo aburrido”.






Bibliografía: "Filosofía, Educación e Interculturalidad", de José Luis Mora García

Tecnoburocracia, formalismo jurídico, interculturalidad y revolución cultural, de Saúl Rivas-Rivas

Paradigma de la interculturalidad, de Angel Marcelo Ramírez Eras
Negociaciones regionales: ¿qué idiomas privilegiar?, de Blanca Margarita Ovelar de Duarte

Para saber más:
 -sobre internacionalismo:
-sobre el movimiento antiglobalización:




domingo, 5 de febrero de 2012

"Llegó Papá"

Papá es Hipólito Mejía y quiere ser presidente de la República Dominicana. "Llegó Papá" es su eslogan de campaña. Y su promesa a los votantes es que Papá les dará lo que no tienen y nunca han tenido. Las elecciones son el próximo mes de mayo y Mejía, quien ya fuera presidente entre 2000 y 2004, podría ser reelegido a pesar de que, durante su mandato, el país sufrió una de las peores crisis económicas de su historia.
Nada de esto interesa mucho al resto del mundo. Pero, a veces, en países sin mayor visibilidad internacional suceden cosas que señalan tendencias globales. La campaña de Hipólito Mejía —y su eslogan— reflejan corrientes que están apareciendo cada vez en más países. El populismo, el machismo, la propensión de los presidentes elegidos democráticamente a tratar de quedarse o volver al poder y la propensión de los votantes a reelegir mandatarios cuya gestión fue desastrosa las vemos de Rusia a Italia y de Tailandia a Ecuador.

Populismo. Con su eslogan "Llegó Papá", Hipólito Mejía aparece en los barrios pobres repartiendo dinero, ropa o comida. El populista busca el voto con regalos (ej: “un plasma para todos”) y promete cualquier cosa sin importarle sus consecuencias o su viabilidad. Si bien todos los candidatos recurren a la demagogia, los populistas van más allá. No les importa hacer promesas que saben que no pueden cumplir o distribuir riquezas que no existen. Una vez en el poder, los populistas necesitan manejar a su antojo los recursos del Estado y por eso no toleran controles ni contrapesos y desprecian a legisladores, jueces, prensa y opositores. Con frecuencia, el populismo acaba derivando en autoritarismo. Cabe notar que si bien florece más en los países pobres, también se ve en democracias avanzadas. Por ejemplo, en el discurso de Sarah Palin o de los precandidatos republicanos de Estados Unidos. Los recientes casos de Hungría, Sudáfrica y Tailandia ejemplifican cuán global se ha vuelto este fenómeno.

El machismo. Hipólito Mejía es “Papá” y Silvio Berlusconi era “Papi”, y sus sesiones de bunga-bunga son ya legendarias. Si bien el machismo de Berlusconi acabó provocando las protestas de las mujeres italianas, el de Vladímir Putin parece encandilar a las rusas. El líder ruso cultiva la imagen del macho alfa, que a pesar de las protestas en su contra, está dispuesto a salvar al país en los comicios presidenciales del 4 de marzo. Las fotos de Putin cazador de osos, Putin vestido de yudoca, Putin en motocicleta a lo Easy Rider, Putin en atuendo de piloto de caza supersónico o Putin con los pectorales al aire han sido más exhibidas que la momia de Lenin. A pesar de que ha caído, la popularidad de Putin entre las mujeres es aún enorme. Hugo Chávez no se queda atrás. Una vez por televisión le anunció a su entonces esposa que esa noche iba a “darle lo suyo”, y otra vez diagnosticó que a Condoleezza Rice le “faltaba hombre” y pidió a alguno de sus ministros que se ofreciese de voluntario para “hacerle el favor a Condoleezza”.

La reelección. El poder es adictivo y la democracia es un antídoto para evitar que los gobernantes se eternicen. Aun así, algunos presidentes democráticamente electos están dispuestos a todo con tal de no perderlo, o recuperarlo. La pasión por la reelección que muestra Hipólito Mejía no es distinta de la de Nicolas Sarkozy, Vladímir Putin o Silvio Berlusconi. No importa que las leyes lo prohíban: ellos las cambian. Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales y el ecuatoriano Rafael Correa (y puede que próximamente también Cristina Kirchner) modificaron las reglas para seguir en el poder. En Europa, África y Asia hay cada vez más ejemplos de esto.

Reeligiendo a los malos. Daniel Ortega acaba de inaugurar su tercer mandato en Nicaragua. Para ello, no dudó en violar la Constitución. En su toma de posesión, Ortega fue apadrinado por Hugo Chávez y el iraní Mahmud Ahmadineyad. En los tres casos, las cifras de los organismos internacionales muestran que durante sus mandatos sus respectivos países han involucionado. Y los tres han sido reelegidos. Berlusconi también. De nuevo, no es un fenómeno latinoamericano.

¡Llegó Mamá! Una mujer podría descarrilar los planes de Mejía, que lideraba las encuestas. Hasta que la actual primera dama, Margarita Cedeño (el personaje político más popular del país), decidió lanzarse como candidata a la vicepresidencia. Ahora Danilo Medina, el candidato del Gobierno y rival de Mejía, ha pasado al primer lugar gracias a que el 25% de quienes dicen que van a votar por él afirman que lo harán “por Margarita”. Y esta es otra tendencia latinoamericana que ojalá se haga mundial: cada vez hay más mujeres en el poder.

Fuente: Moisés Naím, El Observador Global, "Llegó Papá"-  5 febrero 2012. Artículo publicado por "El País".