domingo, 4 de marzo de 2012

(Auto)crítica a los críticos


“Wukan, un inédito experimento democrático en el sur de China: Conocido ya como un experimento social sin igual en China, el pequeño pueblo de Wukan, de 20.000 habitantes, pasará a la historia como el lugar de las primeras elecciones democráticas libres del país cuando, el jueves próximo, se elija independientemente y de forma autónoma a los líderes locales.
Las elecciones en China no son nuevas. Desde los años 80 existe un modelo de selección popular de líderes locales encargados de temas como bienestar social y sanidad. Sin embargo, las manos invisibles del Partido Comunista siempre permearon la decisión final. Los elegidos tienden a ser personas con relaciones internas que muchas veces usan el poder en beneficio propio, y la corrupción en estos niveles es uno de los más grandes problemas que enfrenta el país hoy en día.
Wukan era uno de esos pueblos donde los líderes habían sido elegidos arbitrariamente hasta el pasado 21 de septiembre, cuando cientos de personas se lanzaron a las calles a protestar por la expropiación ilegal de tierras y su venta a entidades privadas. (…)
Con el impulso originado por la extraña muerte de uno de los líderes de la protesta, y gracias a la presión colectiva se logró instaurar diálogos con el Partido Comunista: por primera vez en China, las autoridades retrocedieron en lugar de atacar más fuerte.
Wukan se convirtió así en el primer pueblo en autogobernarse, al seleccionar a sus propios representantes comunitarios, encargados de entablar una conversación directa con los líderes del partido en la provincia (…)” (Natalia Tobon Tobon para La Nación - Domingo 26 de febrero de 2012)

Se me vino a la cabeza el otro día el concepto, cuanto menos,  filosófico del “eterno retorno”. Pensaba escribir que siempre me atrajo la idea del eterno retorno, que de las distintas concepciones filosóficas que ha habido a lo largo de la historia acerca del ser humano, este aspecto de la de los griegos especialmente me gustaba. Pero, sin embargo, puestos a repasar un poco, me parece que la atracción que sentía no era bien para con esta doctrina de la reencarnación, del alma inmortal y de la resurrección. Resulta que con lo que en realidad sentía conexión es con la figura geométrica empleada para representar dicha noción: el círculo.
¡Cuánta cosa puede representar una simple, y pongo hincapié en lo de simple, figura geométrica! ¿Verdad? En señales de tráfico, mapas, en información al consumidor, señales de prevención, o hasta en comandos de videoconsolas. Bueno, al fin y al cabo, ¿no son figuras geométricas, o combinaciones de estas, todo lo que ocupa este mundo? Y si no que pregunten a los artistas responsables del Cubismo. Pero ahora bien, de las múltiples percepciones que podamos extraer de un círculo, me gustaría retener tres: limitación, continuidad y, sobre todo, conexión.
Con motivo de la lectura de la noticia que reproduzco literalmente al principio he querido abordar en esta entrada la, casi diría pueril, noción de que “lo muy frío acaba por quemar”, es decir, la noción de que el distanciamiento extremo de lo que, se supone, es tu opuesto, te lleva a encontrarte con el mismo. La metáfora perfecta de esta idea es el final de la célebre sátira del estalinismo, "Rebelión en la Granja", de George Orwell. Para los que no conozcan la obra, ella trata sobre toda una revolución animal, producida en una granja, en contra del Humano opresor, revolución, que al final no produce los efectos esperados, sino que degenera en una situación similar a la del comienzo. A continuación  reproduzco literalmente este final en el que animales de la granja observan a su líder, el cerdo Napoleón, jugar una partida de cartas con otros importantes granjeros:

"Pero no habían dado veinte pasos cuando se pararon bruscamente. Un enorme alboroto de voces venía desde la casa. Regresaron corriendo y miraron nuevamente por la ventana. Sí, se estaba desarrollando una violenta discusión: gritos, golpes sobre la mesa, miradas penetrantes y desconfiadas, negativas furiosas. El origen del conflicto parecía ser que tanto Napoleón como el señor Pilkington habían descubierto simultáneamente un as de espadas cada uno.
Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro."

Recordar el significado de la palabra "demagogia", me ha hecho prestar atención en que son cada vez más frecuentes en las redes sociales las cuentas dedicadas a la opinión política, y en que parece ser que este crecimiento va directamente proporcional con la ignorancia y estupidez de algunas de estas.  Me sorprende y me indigna profundamente, lo absolutista, intolerante, extremista y radical, que se ha vuelto parte de ese sector ideológico, que se autodenomina “de izquierdas”, y que tanto presume de “revolucionario” y “antisistema”.
Al igual que como en los abominables culebrones adolescentes de la actualidad se repiten continuamente ciertas pautas para alcanzar la “popularidad” (una especie de estado de gracia, creo que similar al nirvana de los budistas), parece ser que ha surgido un nuevo estereotipo de “progre” el cual, siempre que se quiera formar parte del “club”, es necesario cumplir a rajatabla.
Así es como el progre de hoy en día viene a ser como Juanjo, la voz en off de “Saber y Ganar” (sí aún lo siguen echando), vamos que se las sabe todas. Una especie de Mesías para estos tiempos difíciles, el cual parece poseer la verdad absoluta para cualquier dilema. Eso sí, que nadie piense que se trata de un iluminado de estos raros, sus respuestas son breves, claras y tajantes. Pregúntale que por qué estas gordo: “¡El capitalismo te cebó como a un cerdo!”; que por qué no hay vida en Marte: “¡El capitalismo la destruyó!” (Original del señor Hugo Chávez); o porqué te pica la punta del pie: “¡El capitalismo envió al mosquito, herramienta de la represión, a picarte!”,… Y por supuesto, son personas de lo más completas. Te pueden opinar sobre cualquier cosa: desde energía nuclear o la viabilidad de un tren, hasta de toros o sobre si lo resultante de la fecundación es un ser humano o no, pasando por análisis de bolsa, contabilidad, propiedad intelectual, política bancaria, historia, derecho (el deber no se les da tan bien), religión, gobierno o incluso estrategia militar, vamos son todos unos gurus, y eso sin la necesidad de consultar un solo libro.
Así es, el “progre” de nuestros días es lo más culto que ha visto este mundo desde la Wikipedia. Pero al igual que la Wikipedia, o que cualquier otra máquina creada por el hombre, el “progre” no da apertura al cuestionamiento de sus planteamientos. La diferencia entre estos dos la encontramos en que el “progre” no se queda en el mero dogmatismo. Similar al “Gran Hermano” de Orwell, nuestro querido antisistema se ve no en el derecho, sino que en la obligación de adoctrinar a su modo la mentalidad de este mundo gobernado por la inminente amenaza del “monstruo” capitalista. Su mente virginal, inmune a cualquier ataque del virus imperialista, se halla en el deber de dirigir las vidas de los demás en todos sus ámbitos: sexo, educación, familia, solidaridad, alimentación, conducción, hábitos, cultura, cine, idioma, aficiones… Ante, como diría Kant, nuestra minoría de edad intelectual, nos hace el tremendo favor de decidir qué es lo mejor para nosotros. Y no quieras plantarle resistencia a su labor de reeducación porque consecutivamente te convertirás en el mayor enemigo de la humanidad, en un esclavo del capitalismo, culpable de todos los males que este mundo pueda tener.
Son gente de control estos “progres”, de ahí su amor por los totalitarismos, eso sí tan solo por los llamados de “izquierdas”, que vienen a ser lo mismo que los llamados de “derechas”, tan solo que estos cambian la esvástica por la hoz y el martillo, entre otros detalles sin importancia.
Salta a los ojos pues, que nuestro querido “progre” odia al capitalismo. No obstante, posee una, cuanto menos, contradictoria obsesión por el dinero. Me remito, por ejemplo, a como cuando le preguntaron al cantante Víctor Manuel que por qué no repartía los beneficios de su último disco y este contestó “Yo soy comunista, no soy gilipollas”. O si no fíjense como los célebres Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, el segundo al menos abiertamente simpatizante de Izquierda Unida, pese a todo lo bohemio de sus canciones, se hallan actualmente hospedados en el más que lujoso hotel Intercontinental de Nordelta, el Dubai argentino, ante su inminente gira por el país. No, la solidaridad no es su fuerte, eso del trabajo voluntario en comedores sociales o con inmigrantes, el apadrinar a un niño, el irse a África a colaborar con alguna ONG,… suelen repeler estas acciones, los unos, por el “omnipresente tufo de la Iglesia” en dichas instituciones, y los otros, simplemente porque son gente de acción y no se pueden permitir entretenerse en estas labores tan insignificantes.
No se moverán por los derechos de otras personas, pero ¡cuida como toques los suyos! Les bajas el salario, les despides o les haces trabajar más, y va a parecer que eres responsable de un segundo holocausto… Y ya si la policía les pega un par de porrazos porque no se mueven de donde NO deben de estar, te conviertes en el tirano más nefasto de la historia. Le habrán abierto la cabeza a un chaval, y a otro le habrán dejado un par de moratones, y pese a que hayan miles y miles de personas muriéndose de hambre en el mundo,  lo que han sufrido ellos es un crimen incomparable que se merece ser Trending Topic en Twitter por lo menos durante una semana.
Y por último, como olvidar su característica más particular: el “progre” politiza absolutamente todo. El deporte, el cine, la ciencia, la cultura, la información, el ocio, la moda, la solidaridad, la tecnología, las creencias, la justicia, las costumbres, la educación, la biología, la naturaleza, la comida, el tabaco. Le gusta llevar cada aspecto de nuestras vidas a su terreno, para poder apropiarse así de la razón absoluta, a base de demagogia a discreción. Y funciona…
He querido escribir esta entrada porque me parece que ya es hora de que paremos un poco y nos miremos a nosotros mismos. Es hora de que antes de criticar todo, pensemos en autocriticarnos todo.
Que nadie me prejuzgue de dogmático, para mí nunca nada es ni íntegramente negro ni íntegramente blanco. Consciente de que por unos no podemos juzgar a todos, simplemente mi intención ha sido relevar esta lacra que tan intensa se está haciendo en el movimiento contestatario, que tan pocas veces se ha querido sacar a debate, y que está degenerando a que cada vez más seamos responsables de esa realidad que supuestamente denunciamos.
No entendemos el mundo desde la unidad, y principalmente en la degradada sociedad occidental, nuestra cabeza se limita a ver nuestra realidad más cercana, lo cual nos cierra a algo que no es representativo del global. Y porque la ignorancia es tan atrevida, y nos falta humildad para reconocer nuestros errores, nos encerramos en una burbuja aún más angosta y perdemos la oportunidad de aprender algo nuevo de los demás.
Quizá sea un poco triste acabar la entrada con una frase de alguien al que “Rebelión en la Granja” también le es aplicable, y es aún más triste comprobar lo fácil que es citar a asesinos dichos "de izquierdas", siendo mucho más polémico citar a los dichos "de derechas", pero puesto que veníamos diciendo que nada ni nadie puede ser totalmente bueno o totalmente malo allá va esta frase de Mao Tse Tung: “El peor enemigo de la revolución es el burgués que muchos revolucionarios llevan dentro”.





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