El país está frente a un gran desorden fiscal. Es una situación
grave, aún teniendo la posibilidad y facultad legal de emitir moneda casi
indefinidamente. Es grave, especialmente, por los desequilibrios en la
asignación de recursos y la pérdida de gran parte de los mismos por la enorme
ineficiencia predominante en el sector público.
Los recursos tributarios (los
que provienen de impuestos) están creciendo al 24% anual (virtualmente al mismo
ritmo que la inflación) mientras el gasto público primario (antes del pago de
intereses y capital de la deuda) aumenta al 34%.
Las denominadas rentas de la
propiedad (utilidades del Banco Central y de la Seguridad Social), que
complementan los ingresos tributarios, aumentaron 215% desde 2007. Son la soja
de las finanzas públicas.
Paradójicamente, la presión
tributaria, tan sólo de los impuestos nacionales, alcanza un récord histórico
del 31% del PBI.
La inflación, agrega, en la práctica, una carga tributaria más.
El Estado ajusta sus ingresos de manera casi instantánea, en especial a través
del IVA, mientras que el público tiene que esperar, en el mejor de los casos un
ajuste anual. La falta de actualización del mínimo no imponible también
significa en la práctica un aumento de impuestos.
El gasto público primario (sin contar intereses de la deuda) se
está expandiendo a una velocidad del 34%.El
último trimestre del año será especialmente complicado en materia fiscal y el
aporte de recursos, en especial vía expansión monetaria, se acelerará.
Las finanzas de la Argentina para 2013 son
caóticas. Cada rubro que se analiza contiene inconsistencias severas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario