viernes, 12 de octubre de 2012

12 de Octubre, día de la Raza: la herencia eurocentrista vigente en Latinoamérica.

Artículo por Mauricio Buendía (adaptado): 


Hay un hermoso bosque de araucarias argentadas, allá, en las cumbres cordilleranas del valle de Quinquén. Y no las pintaron de plata dioses antiguos cuando jugaban extasiados entre el viento y la nieve, sino que sus inermes ramas fueron cubiertas de un triste manto de ceniza luego de un feroz incendio causado por el forastero una noche cualquiera de otoño. El pueblo mapuche defendió su frontera natural y combatió con furia hasta que el invasor hubo de respetar a aquel pueblo que sólo deseaba vivir en paz. Otros pueblos indígenas de América transitaron por otro derrotero, pues el invasor hispano fue inmisericorde cuando se trató de imponer a sangre y fuego otra cultura, otra religión, otro mundo. Porque de allá venían, desde las sombras del mar y de la noche, ocultando sus rostros tras bruñidos yelmos: quizás por temor, acaso por vergüenza al pensar en la bestial violación de tierra ajena para sembrar la maldita esperma que nos abrumó de espanto, de pestes, tortura y muerte.
A ese día de los poderosos, otros poderosos le llaman Día de la Raza y se ríen y congratulan entre banderolas y finas yerbas, mientras que los pueblos originarios del continente bregan simplemente por subsistir en la pobreza, la marginalidad y el abandono. Y son pobres en Bolivia, en México, en Guatemala, en Brasil, en Argentina, en Ecuador, en Colombia y en Perú. Son los que sobrevivieron a la matanza conquistadora, pues sesenta millones de hermanos indígenas perdieron su vida durante el descubricidio de América, sin saber desde dónde les disparaban al centro de su sosiego haciendo estallar en mil pedazos su pasado, su presente y todos sus sueños.
A aquel día de violencia maldita, de traición y codicia ilimitada le llamaron Día de la Raza y le transformaron en celebración de cantos y bailes exóticos. Poco importan las horrendas torturas a Tupac Amaru y su familia por el solo delito de haberse levantado contra el imperio español. Poco valen los millares de huérfanos, el coraje y la inteligencia de Leftraru en defensa del territorio mapuche. Lo único que importa es que los ricos de hoy celebren a los ricos de ayer en el nombre del padre, del oro y del espíritu santo. Amén.
Dueños con historia y prehistoria, con sueños antiguos y una dignidad a toda prueba. Y no basta con recordar su valentía en su lucha contra el conquistador, ni con la existencia de algunas calles o centros comerciales con nombres indígenas en el barrio alto de la capital. Tampoco con designar el 24 de junio como el día de los pueblos indígenas, puesto que toda la legislación elaborada por el Estado chileno desde el siglo XIX está destinada a la asimilación o integración marginal de los pueblos originarios a la sociedad chilena. Además, claro está, de las políticas de exterminio directo llevadas a cabo por agentes del Estado y particulares en contra, no sólo del pueblo mapuche, sino también contra otros pueblos como los Yámana, Kaweskar o Selknam. Es por eso que el infame Día de la Raza, en realidad, se ha convertido en una expresión de racismo sistemático que forma parte de la cultura chilena, como las conductas homofóbicas y machistas de amplios sectores sociales. Es que las clases dominantes emancipadas de la corona española a comienzos del siglo XIX impusieron una identidad chilena, artificial y antojadiza, que denostaba lo indígena y exacerbaba lo europeo. No obstante, aunque les duela a los aristócratas de ayer y de hoy, la inmensa mayoría de los chilenos tenemos sangre morena y terrosa y, por lo mismo, indígena.
En este día y todos los días debemos recuperar aquella memoria extraviada en el viento que ulula lágrimas por masacres cometidas en el nombre de una raza supuestamente superior, pero que también rememora la heroicidad de pueblos originarios que ofrendaron la vida por su libertad. Y que lo siguen haciendo hoy, porque la economía de mercado se ha convertido en el nuevo conquistador para quien los indígenas son lisa y llanamente un obstáculo en el camino hacia el lucro y que, por lo mismo, deben ser eliminados. Pero la porfía de los pueblos originarios es milenaria, como su dignidad y su espíritu de lucha, por ello, el Día de la Raza debería denominarse el Día de la Dignidad Indígena.



http://www.puntofinal.cl/554/diadelaraza.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario