martes, 31 de marzo de 2015

Imperialismo diplomático

"La erosión de garantías de derechos humanos por parte del gobierno de Venezuela, la persecución de oponentes políticos (...) constituyen una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional"

    Con éstas palabras nos sorprendía este lunes pasado el presidente estadounidense Barack Obama tras ordenar la implementación de sanciones contra varias destacadas figuras del gobierno venezolano, declarando una situación de "emergencia nacional" por el "riesgo extraordinario" que supone la situación de dicho país para la seguridad de Estados Unidos.

    Las declaraciones dejan sobrecogidos tanto a detractores como a partidarios del gobierno bolivariano, donde la experiencia reciente ya nos dice que pueden éstas llegar a significar. En verdad que formamos parte de una generación acostumbrada a ver a EEUU invadir otros países con plena impunidad, y donde las voces que cuestionan la legalidad de éstos actos son acalladas. Ya ocurrió con Panamá en 1989, con Irak en la primera guerra del golfo, o más recientemente con Libia, Siria o Ucrania.

    La potencia imperialista se haya en la actualidad ante dos frentes de guerra que amenazan sus intereses. Uno en medio oriente (Estado Islámico, Siria, Irak) y otro, nada más y nada menos, que con Rusia en Ucrania. ¿Y cuál es el requisito indispensable para poder librar éstas dos guerras simultáneamente?: un abastecimiento seguro y estable de petróleo. No es mera coincidencia pues, que a día de hoy Venezuela sea el país con la mayor reserva petrolera del mundo, lo cuál no deja ya dudas sobre la particular atención que la potencia norteamericana le viene prestando a dicha nación. Con un medio oriente en llamas, una Asia central con Afganistán y Pakistán, países con los que no puede contar, y una Nigeria en ruinas a punto de caer en manos del Estado Islámico, la búsqueda del oro negro coloca al país caribeño en el eje de su punto de mira.

    Paradojas de la vida, Estados Unidos utiliza los derechos humanos para injerir en determinados países, cuando ni siquiera allá son respetados. En EEUU en los últimos dos meses, la policía mató a 15 personas, la mayoría de ellos afrodescendientes o hispanos, y por el momento no hay nadie preso. Ni que hablar de las despóticas dictaduras que se siguen manteniendo  gracias a su incondicional apoyo, tales son los casos de Arabia Saudita o Guinea Ecuatorial.

    La injerencia de la potencia imperialista es algo que en nuestro  continente conocemos bien. El politólogo norteamericano Zbigniew Brzezinski (exconsejero de seguridad nacional y miembro fundador de la comisión trilateral), autor de los libros más importantes de política exterior estadounidense  de los últimos 25 años, ya decía que no hablaba de Latinoamérica en sus libros, porque a su parecer, Latinoamérica no es un problema exterior, sino que en todo caso es un problema doméstico. Pues como dijo John Kerry, actual secretario de estado norteamericano, “América Latina es nuestro patio trasero (…) tenemos que acercarnos de manera vigorosa.”

    El auto-infligido hundimiento del acorazado Maine utilizado como excusa para hacer de Cuba su burdel privado, el trágico golpe de estado en Guatemala en 1954 (que un muy joven Ernesto Guevara presenció), el asesinato del Che, el derrocamiento de Salvador Allende, o la dictadura cívico-militar en la Argentina. La lista de nefastos sucesos que en nuestro continente han tenido el amparo yanqui es demasiado larga.

    Sin ir más lejos, es bueno recordar que el golpe empresario militar que desalojó por unos días al por entonces presidente Hugo Chávez Frías en el año 2002 tuvo también la injerencia directa del país del norte que estacionó frente a las costas venezolanas sus naves desde dónde impartían las órdenes, que incluían el accionar de francotiradores, ocupación y quema de embajadas de países amigos de la Revolución Bolivariana.
Como dijo Simón Bolívar: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad.”

    Nos cabe a todas las expresiones políticas y sociales rechazar esta agraviante injerencia en los asuntos internos venezolanos. Los problemas de los venezolanos deben ser resueltos por los venezolanos en el marco del respeto a la Constitución y el orden institucional de dicho país.


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