viernes, 8 de junio de 2018

La pelota no se mancha

La selección finalmente no viajará a Israel, como estaba previsto, para disputar el próximo sábado un encuentro amistoso de preparación para el Mundial de Rusia. Las presiones políticas han terminado por hacerse eco y la AFA, tras pedido de los jugadores, ha decidido cancelar el partido.
Amantes de la polémica debemos de ser, pues no debe de haber lugar más controvertido, en este preciso momento, para jugar un partido de fútbol, como lo es Jerusalén.
Repasemos. Meses atrás el presidente estadounidense Donald Trump reavivaba el conflicto sobre la región, terminando con 70 años de supuesta neutralidad de EEUU al respecto, trasladando su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, y reconociendo a la santa ciudad como capital del Estado israelí. A imagen y semejanza, el “Chiqui” Tapia quebraba también con la tradicional neutralidad argentina cuando, hace dos semanas, decidió estrechar la mano del embajador Ilan Sztulman en Buenos Aires y sumarse a los festejos por el 70° aniversario de la creación del Estado de Israel con un partido en el Teddy Stadium, precisamente en Jerusalén.
Recordemos que Jerusalén, cuna de las principales tres religiones monoteístas, es hoy en día un territorio en disputa (una especie de Berlín de la posguerra mundial moderno), reivindicada como capital tanto por israelíes como por palestinos. Es precisamente por esto que tanto con la actitud de Trump, como con la de Tapia, saltan las alarmas, donde ambas, en mayor y menor medida, legitiman lo que para los palestinos constituye una “ocupación”. "Es como si un país decidiera mover su embajada ante el Reino Unido desde Londres a las Islas Malvinas. ¿Cómo se sentirían los argentinos? ¡Eso es legitimar una ocupación!", lamentaba un diplomático palestino en Buenos Aires a este respecto.  Para colmo, como si de un pisoteo premeditado y voraz de la memoria histórica se tratara, el partido estaba programado en el Estadio Teddy Kollek, construido hace 70 años sobre las ruinas del barrio palestino Malha, destruido durante la primera guerra palestino-israelí.
Hace 70 años, los mismos que cumple el Estado de Israel. Cómo debe de haber sido la fundación de este Estado, que para unos es fruto de una “Guerra de Liberación”, mientras que, para otros, marca el comienzo de la Nakba (Catástrofe). Lo que es seguro, es que desde aquél 14 de mayo, el Estado fundado por Ben Gurión, viene expandiéndose irrefrenablemente sobre los territorios anteriormente habitados por palestinos. Datos más recientes sobre el conflicto arrojan que, desde el año 2000 han muerto cerca de 9.500 palestinos y 1246 israelíes, según B’TSELEM (Centro de Información Israelí por los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados), lo cual denota, cuanto menos, una remarcable desproporcionalidad. Tampoco hay que ser un experto en política internacional para intuir cuál de los dos beligerantes ha contado con mayor respaldo económico y militar.
No es la primera vez (ni va a ser la última), que un Estado emplea la organización de eventos deportivos para lavarse la cara. Y sino que se lo pregunten a “la quinta que vio el mundial 78”. El fútbol, y principalmente el de selecciones, como unos de los deportes más populares de la faz de la tierra, tiene una responsabilidad política. Y en este sentido, no es veleta de nadie, debiendo de contribuir a tender puentes y no a destruirlos. Al fin y al cabo, como dijo el Diego (personaje polémico donde los haya) “la pelota... la pelota no se mancha...”.


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