domingo, 17 de julio de 2011

Emakume anarkistak. Borroka bat ahaztuta.





El escritor ruso Leon Tolstoi escribió que son las mujeres las que crean la opinión pública. Pero se quedó corto: la historia del Río de la Plata demuestra que fueron aún más lejos, sobre todo las anarquistas, que, entre la mitad del siglo XIX y principios del XX, con ideales y activismo lograron metas que hoy se considerarían más que modernas.
Fue difícil para estas libertarias, llamadas ácratas, sembrar ideas anarquistas en suelo argentino. Debieron sortear el impermeable machismo criollo, la represión dictatorial, la ignorancia de los mismos compañeros ideológicos y las barreras bajas de una sociedad patriarcal. Sin Dios, sin patrón y sin marido, tal como afirma Manuel Murrieta Saldívar en el ensayo escrito de Cristina Guzzo Las anarquistas rioplatenses 1890-1990.
Este grupo heterodoxo de mujeres sostuvo férreamente los postulados de Luce Fabbri, anarquista de origen italiano, nonagenaria y optimista, que dijo: "La utopía es el motor de la realidad y la anarquía, su orden más profundo". Sin preocuparse demasiado por hallar una definición pura de la esencia del anarquismo, ellas, con pantalones y pañuelos rojos voladores, no arrojaron bombas estruendosas ni destrozaron vidrieras con furia, sino que iniciaron tímidamente la difusión de sus ideas en publicaciones creadas por ellas mismas y ejerciendo un activismo apasionado, influidas por el pensamiento de Rosa Luxemburgo, Emma Goldman, Flora Tristán, Erico Malatesta, Pietro Gori y Luigi Fabbri, entre otros no menos perseguidos. Sin embargo, hoy las veríamos más cercanas a Krishnamurti que a Unabomber, porque su anarquismo fue humanista, pacifista, alejado de las convenciones sociales y, ante todo, genuino.
El lugar, la casa
En su libro ¿Qué  es la propiedad?, el anarquista francés Pierre Joseph Proudhon (1809-1965) destaca la inferioridad femenina y afirma que "el lugar de la mujer es la casa". Antes de que agregara un "vayan a lavar los platos", gran parte de la comunidad ácrata le dio la espalda. Y se produjo una escisión: las anarquistas se opusieron a todo interés por el voto por razones doctrinarias y se dividieron entre libertarias, defensoras del carácter individualista del ser humano y de la propiedad privada, y socialistas sufragistas, defensoras de la "ayuda mutua" y contrarias a la propiedad privada, que incluyeron como líder a Alicia Moreau de Justo.
La acción anarquista por estos lares fue mayor entre 1890 y 1910. Según datos de la policía de principios de siglo, había en Argentina unos 6000 anarquistas, y 1500 estaban en Buenos Aires. Muchos llegaron de Italia, tras la muerte de Humberto I de Saboya, y de España. Escritores de la época, como Evaristo Carriego, Florencio Sánchez, José de Maturana, Rubén Darío, José Ingenieros y Leopoldo Lugones colaboraron en revistas de origen anarquista. La antorcha es una de ellas.
La lucha de estas debería estar hoy más que viva en el alma de tod@s. Deberíamos avergonzarnos de como hemos despreciado todo por lo que nuestros antepasados derramaron sangre y lágrimas. Muchas veces el tenerlo todo nos ha idiotizado, convirtiéndonos en meras marionetas que los de arriba manejan a su voluntad. La falta de indignación nos ha llevado a la perdición. Dicen que la sociedad es machista, y por esto se entiende que se debe a que el hombre es machista, ¿machista el hombre?: machista la mujer que se deja oprimir por él. ¡Reacciona!

Fuente: Alejandro Schang Viton, "Mujeres anarquistas" - 16 Julio 2011. Artículo publicado por el diario "La Nación" (adaptado).



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